Rectificación mayúscula

Dicen que es en las situaciones extremas cuando mostramos nuestra verdadera naturaleza. No sé si la observación sirve también para los colectivos con afinidad ideológica. Así lo parece, viendo cómo actúa el PP instalado en la amplia mayoría absoluta, por una parte, y la múltiple y profunda crisis del Estado, por la otra. Este cóctel está propiciando una ola de rectificación recentralizadora sin precedentes en 35 años, con un único objetivo: «Si hay que salvar al Estado, salvemos al de siempre», lo que la casta política, funcionarial, financiera, judicial y (incluso) militar de matriz castellana ha dominado secularmente y quiere seguir dominando.

La propuesta de supresión de organismos de las comunidades autónomas revela que, para la casta, no es que el Estado federal quede lejos, o que la autonomía sea demasiado compleja, ¡es que ni una Administración descentralizada les parece adecuada! Para la casta, si los recursos son escasos, deben servir, ante todo, para la esencia del Estado español, que son ellos. Para todo lo demás... Rectificación!

El periodista Juliana, hace siete u ocho años, cuando las izquierdas catalanas, osaron plantear, con el nuevo Estatut, una evolución del Estado autonómico hacia la España plural, más madura políticamente, y fracasaron, hablaba de una necesaria rectificación. Ahora, la casta dominante en Catalunya vuelve a hablar de rectificación, refiriéndose a la necesidad de enfriar la pulsión soberanista que estalló hace un año. Pero en Madrid se habla de rectificación con mayúsculas: ante la presión de la troika europea, ante una Catalunya situada en el punto de la ruptura, ante la revuelta de los barones populares que la quieren muerta antes que asimétrica, esta España cada día más imposible, la casta quiere imponer la rectificación mayúscula y aznarista. Volver al punto de partida: con una y grande basta. Pues eso: ¡Adiós!