Elecciones en el país persa

Vuelco en Irán

El triunfo del moderado Rohani supone una esperanza para los cambios en la vida cotidiana iraní

Vuelco en Irán_MEDIA_2

Vuelco en Irán_MEDIA_2

ANTONI SEGURA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las elecciones presidenciales en Irán han sido una sorpresa, en el fondo y en la forma. En el fondo porque ha ganado el único candidato moderado que había superado el filtro del Consejo de Guardianes de la Revolución,Hasan Rohani,que se benefició de la retirada de la carrera electoral -y del apoyo- del único candidato reformista,Mohamed Aref. En la forma porque, a diferencia de junio del 2009, los resultados se hicieron públicos muy pronto y de manera inapelable y porque el 50,7% de los votos deRohani impiden una segunda vuelta.

¿QUÉ HA SUCEDIDO para que no ganase ninguno de los candidatos del sector más duro del régimen? En primer lugar, todos los candidatos, incluidos los reformistas vetados comoAkbar Hachemi Rafsanyani-expresidente del Parlamento (1980-1989) y de la República (1989-97)-, forman parte del sistema y contribuyeron a consolidarlo en la crucial década de los 80. Así pues, ha habido un vuelco electoral respecto de lo que se preveía, pero no un cambio de régimen. Es más, a pesar de haber obtenido el apoyo de los principales líderes reformistas (Rafsanyani, Jatamí),Rohani ni siquiera se cataloga como tal sino como moderado. En segundo lugar, el núcleo duro del poder ha salido muy mal parado de la experiencia del segundo mandato deMahmud Ahmadineyady su intento de consolidar una teocracia militar. Por una parte, ha llevado al país a un aislamiento internacional que ha desembocado en una grave crisis económica que ha provocado un profundo malestar social. Por otra,Ahmadineyad, el hombre por el que apostó por segunda vez en el 2009 la cúpula del régimen a pesar de la contestación de su reelección, terminó enfrentado con el ayatoláAlí Jameneipor el papel que debe jugar el líder supremo. Además, no ha sabido combatir la profunda crisis que sufre el país y ha contribuido a alejar aún más del régimen a las generaciones de jóvenes -la mayoría de la población- que no vivieron la revolución de 1979 ni la guerra contra Irak y para las que las referencias al sacrificio y el «martirio» son un discurso vacío de contenido. Por último, el movimiento verde de los reformistas se ha mantenido en la sombra durante la campaña después de la dura represión que sufrió en el 2009 (Mirhusein MusaviyMehdi Karrubisiguen en arresto domiciliario desde el 2011). No obstante, en los últimos días las redes sociales, a pesar de los esfuerzos del régimen para acallarlas, han sido muy activas, como demuestra la elevada participación y, tras el veto aRafsanyani,la única alternativa del reformismo pasaba por el clérigo moderadoRohani.

¿Qué cabe esperar de él? En aspectos de fondo no mucho, ya que en política exterior y en la continuidad del programa nuclear la última palabra la tieneJamenei, aunque cuandoRohanifue el jefe de las negociaciones nucleares, conJatamíen la presidencia, Irán suspendió unilateralmente la producción de uranio enriquecido para facilitar las negociaciones con la comunidad internacional. Sin embargo, en aquellas cuestiones que afectan a la vida cotidiana de los iranís su elección supone una esperanza ya que ha abogado por poner en marcha una «carta de derechos civiles», revisar los derechos de las mujeres y de las minorías y mejorar las relaciones con el resto del mundo vinculando la crisis económica con el aislamiento internacional como consecuencia del programa nuclear. En las formas, los cambios que puede introducir este doctorado en Derecho en la Universidad de Glasgow pueden ser importantes. Es más dialogante, tolerante y flexible que el ultraconservadorAhmadineyad. En crisis como la de Siria, donde el régimen deBashar al Asad tiene como principal aliado a Irán, el cambio de actitud puede favorecer la negociación política.

EN DEFINITIVA, una victoria por delegación del reformismo aunque el régimen teocrático no cambia. Este mostrará en los próximos cuatro años su cara más amable, pero el núcleo del poder seguirá defendiendo unos principios que no contemplan las libertades, la democracia y los derechos humanos. Como escribía el 14 de abril del 2008 en estas mismas páginas Mònica Terribastras entrevistar a Jatamí, el máximo representante del reformismo: «Casi de manera literaria, se quejaba de que las mujeres iranís no pueden florecer, pero a las de aquí, florecidas o no, no las saluda con la mano como a los hombres, no las toca y les rehúye la mirada. Quizá la cultura, las costumbres y el régimen de su país explican esta discriminación, pero no cuadra con el discurso de un reformista que defiende un islam democrático y que firmó con otros líderes civiles y religiosos una Declaración de Montserrat que propugna la separación entre religión y política». Y es que los cambios que deben hacer los ayatolás para asumir la realidad son muy lentos. Habrá que ver hasta dónde llega la paciencia de los iranís.

Catedrático de Historia Contemporánea (UB). Autor de EEUU, el islam y el nuevo orden mundial