IDEAS

¿Pringados o tontos?

BEATRIZ DE MOURA

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Pongamos por caso que ocupas un cargo de mucha responsabilidad en un pequeño país donde todo el mundo es feliz, y eres citado como testigo a declarar ante una comisión que investiga un caso de espionaje político. Digas lo que digas, sea verdad o mentira, no te pasará nada porque no hay ley que te prohíba faltar a la verdad. ¡En ese pequeño mundo feliz, nada puede obligarte a ser sincero! No te preocupes: el pequeño mundo seguirá siendo feliz, aunque te libres de toda culpa alegando que siempre acataste órdenes de tus superiores, y siempre para ayudar a los tuyos. En el pequeño mundo feliz, los trapos sucios se lavan en casa, en la sombra, y aquí no ha pasado nada.

Ahora bien, incluso en un pequeño país donde se tolera el engaño y la falsedad, el que juega con la verdad como quien juega con fuego también puede de paso levantar ampollas en la mano que le da de comer. Todo engaño, también en el pequeño mundo feliz, pone a la larga en evidencia a quienes callan ante la ocultación de una verdad, y a nadie le gusta pasar por tonto o pringado. Ahí es cuando el pequeño mundo feliz se parece como dos gotas de agua al gran mundo global en el que sobrevivimos todos y en el que listos mentirosos, pringados que miran para otro lado y tontos en Babia empiezan a bailar alrededor de la misma hoguera de las vanidades políticas. Y es que, señores convergentes, tal como está la cosa por estos lares, no puedo creer que vuestro tan ansiado pequeño país sea alguna vez más feliz que otro grande si en vuestra fábrica de sueños los que mandan mienten por igual. El que desprecia la verdad, despreciando de paso a los suyos, nunca será mejor que, por ejemplo,Ana Mato:desde la cresta de su gran país, cree tomarnos por el pito del sereno afirmando sin arrugarse que si ella nunca se ha enterado de nada es porque, ahora que es ministra, ya es otra. Pero, señores, aunque a veces andemos algo distraídos, ¡no, no somos tontos! Y de algo nos hemos enterado al fin: los pringados sí son todos iguales, vengan de donde vengan.