El reto de las crisis de Europa

"Ojalá que después de finales de septiembre, la UE encuentre la manera de formular y de empezar a aplicar una política en todos sentidos más equilibrada"

Josep Piqué, presidente del Círculo de Economía

Josep Piqué, presidente del Círculo de Economía / periodico

JORDI PUJOL

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El día 15 de mayo el Círculo de Economía presentó un libro --Las crisis de Europa--, que es una recopilación de trabajos de varios países europeos, y también de aquí. Coordinados por Josep Ramoneda. Un libro excelente. La presentación fue a cargo de Josep Piqué, presidente del Círculo, Manel Brufau, director general de Indra en Catalunya, y el propio Ramoneda. Al final de la presentación no pude no irles a felicitar. Les dije que hacía tiempo que en tan solo cincuenta minutos no había escuchado tantos comentarios, bajo mi parecer, acertados y serios. Y equilibrados, es decir, hechos con conciencia de la complejidad y la trascendencia del tema. Tanto es así que quiero transcribir y analizar algunas de las cosas que se dijeron. Y añadir otras de cosecha propia.

UN MAYOR LIDERAZGO

1. De entrada se nos dijo que Europa necesitaba un liderazgo mucho más fuerte del que tiene. Sin entrar en más detalles, pero esto plantea ya de entrada el papel de Alemania. Que ya ha dicho a través de la señora Merkel que la crisis europea no se superará sin unidad política. O, dicho de otro modo, sin más Europa. Y todo el mundo ha entendido que en gran parte esto dependía de Alemania. Y que por lo tanto no se podrá hablar en términos resolutivos y a fondo hasta después de las elecciones del mes de septiembre. ¿Estará en condiciones Alemania dentro de medio año de hacer una propuesta que no sea tan solo de gran disciplina económica? ¿Lo estará la señora Merkel? ¿Tendrá suficiente soporte en Alemania mismo? ¿Y cómo reaccionará el resto del países europeos? De una forma especial los grandes países, y sobre todo Francia.

Habrá que ver si Alemania es capaz de trascender aspectos económicos de la UE y hacer e impulsar conjuntamente con más países una dimensión más política, más social y también más ideológica y más basada en valores humanos.

EL CONSENSO INTERNO DE ALEMANIA

2. ¿Tendrá suficiente soporte en Alemania mismo? Probablemente, sí. Alemania es más capaz que la mayoría de países europeos de conseguir que, para determinados grandes retos, las principales fuerzas políticas se pongan de acuerdo.

Dos ejemplos de gran importancia. El primero, las reformas del canciller Schröeder de principios de la década pasada. Reformas sociales de gran alcance: del mercado de trabajo, de la sanidad, de las pensiones y de la edad de jubilación, del copago y algunas otras, también especialmente sensibles. Todo esto planteado --de una forma altamente responsable-- por el partido socialdemócrata (SPD). Hubo una cierta agitación, sobre todo sindical, pero no demasiada. Y sobre todo pasó que la oposición democratacristiana (CDU y CSU) dio soporte al canciller. Porque en el Bundesrat --que podemos equiparar al Senado-- el SPD no tenía la mayoría reforzada que necesitaba para hacer pasar el proyecto de ley. Lo pudo hacer gracias al soporte del principal partido de la oposición. Que combatió determinados aspectos de la reforma, pero que a la hora de la verdad la votó. Votó la propuesta del gobierno.

¿Podemos imaginarnos que esto sucediera en España, Italia o Francia? Difícil. Muy difícil. Esto solo refuerza el papel de liderazgo que puede jugar Alemania.

Esto se está repitiendo últimamente. Aquí la gente se engaña pensando que las decisiones de política económica que toma y en buena parte impulsa Alemania son decisión exclusiva de la señora Merkel y de su partido. Se equivocan. Tampoco la señora Merkel tiene, para según qué decisiones, mayoría suficiente (ni con sus aliados). Quien le echa un mano parlamentariamente para poderlas aplicar son los socialistas.

Cabe esperar que actitudes así se den también tras las elecciones de septiembre. Con mayoría democratacristiana, o socialdemócrata. Esto reforzaría el liderazgo alemán, pero también haría ya inaplazable su replanteamiento. Porque un liderazgo más fuerte no puede ser ejercido en solitario, y no puede ser tan solo económico. Debe ser también intelectual y cultural y de valores. Y ni Alemania, ni nadie en Europa, lo podrá ejercer en solitario.

RECONSTRUCCIÓN EUROPEA

3. Tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania quedó en una situación catastrófica. Física, económica, política y moralmente. De cara hacia dentro y de cara hacia fuera. Es un gran mérito de buena parte de los europeos, y de los Estados Unidos, haber contribuido de forma determinante a la superación de esta situación desastrosa. Pero sobre todo era necesaria una reacción alemana en todos los terrenos. Empezando por el moral. Y por el del esfuerzo de reconstrucción, el político y el social.

El proyecto del Mercado Común, después de la Comunidad Económica Europea y finalmente de la Unión Europea, tuvo de entrada dos primeros objetivos: la reconstrucción de Europa y sobre todo asegurar la paz en Europa. Y, por lo tanto, establecer un clima pacificado, constructivo y de colaboración a fondo entre Francia y Alemania. Que esto haya salido adelante es mérito de los pueblos de Europa, y en especial de los más implicados, y de una clase dirigente, y de unos liderazgos de gran calidad. Desde el general de Gaulle a Adenauer pasando por Jean Monnet. Durante muchos años con un cierto predominio francés, bien asumido por Alemania. Y con nombres de primera magnitud, entre muchos otros, Willy Brandt y Helmut Schmid. Y Delors y Helmut Kohl.

El tiempo y el éxito de esta política han ido cambiando las cosas. Y la reunificación alemana. Y esto ha incrementado el peso de Alemania. Y ha hecho que ahora el liderazgo económico sea indudablemente alemán. Y que haya crecido también el peso político. En cambio, hay un campo en el que, por el peso de la historia, Alemania intenta evitar responsabilidades militares.

Hay que subrayar el papel de Francia en este proceso. No solamente por la clarividencia de algunos políticos franceses, tras la Segunda Guerra Mundial, sino también por su actuación durante más de cincuenta años. Por esta misma razón ahora preocupa que Francia flaquee. Francia hace años que tienen una evolución de déclin, de declive. Económica y política. Es lo que los franceses llaman le déclin (afortunadamente no de declive demográfico. En esto Francia ha tenido una muy buena política).

EQUILIBRIO Y SOLIDARIDAD

4. Tras las elecciones de septiembre, Alemania, sin renunciar en más de un aspecto al liderazgo que objetivamente le corresponde, deberá modificar algunos planteamientos. A fin de poder dar más entrada a otros países. Y a fin de dar más importancia a otras dimensiones que no sea tan solo la económica. A dimensiones como la política, la social, la cultural y la de valores. Todos los países europeos tenemos algo que decir. No tan solo Alemania y Francia, aunque son los dos miembros más determinantes de la Europa de hoy. Todos podemos hacer una contribución. Y las cosas se tienen que hacer de forma que la podamos hacer.

Cuando se habla de este tema se suele hacer referencia a la Europa del sur. A los países del sur. A veces en términos no del todo positivos. Sería una actitud contraria al espíritu europeo, al mejor espíritu europeo, que los países del norte --y especialmente Francia y Alemania-- no tuvieran una actitud positiva hacia los países del sur. Y olvidasen que uno de los ingredientes de la Unión Europea, y de Europa, es y debe ser la solidaridad. Desde Croacia a Grecia o Irlanda. Y en medio España, Italia y unos cuantos más.

La solidaridad para con los países que, por razones históricas o geográficas o a veces por errores colectivos, en determinadas épocas quedaron en una media u otra descolgados de los niveles más altos de desarrollo y bienestar. La Unión Europea, con los fondos estructurales y de cohesión, ha sido un factor muy importante de reequilibrio. Y lo es. Y lo debe seguir siendo, pero esto debe comportar por parte de los países beneficiarios una actitud cumplidora de los compromisos y autoexigente, que no siempre se ha dado. Y que el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Guido Westerwelle, resumió muy bien: "Sin solidaridad Europa no sería viable. Con exceso de solidaridad, tampoco". O con una aplicación descontrolada en cantidad y en actitud. Y en valores. Es decir, si un alto grado de solidaridad desarrollara, en los receptores, una mentalidad poco autoexigente. O de aprovechamiento descompensado.

Ojalá que después de finales de septiembre, la Unión Europea encuentre la manera de formular y de empezar a aplicar una política en todos sentidos más equilibrada. Y que Europa definitivamente pueda tomar vuelo. Es una necesidad urgente. Incluso más allá de Europa.

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