El futuro de la educación: ¿Protagonistas o víctimas?

"Estamos convencidos de que priorizar la reflexión sobre la acción inmediata o convulsiva es auténticamente revolucionario en un sector, como el educativo"

Un aula de primaria de una escuela barcelonesa.

Un aula de primaria de una escuela barcelonesa.

Pepe Menéndez

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La educación necesita cambios profundos que den respuesta a la percepción de amplios sectores de la ciudadanía, que no ven una relación directa entre las necesidades de formación en el siglo XXI y la dinámica del proceso de enseñanza y aprendizaje que se desarrolla en la mayoría los centros educativos en Catalunya.

Un ejemplo de esta dificultad para dar respuesta son los resultados de las últimas pruebas de competencias básicas en 4º de ESO, que reflejan que los alumnos catalanes no superan los niveles mínimos a matemáticas e inglés.

El sistema educativo catalán dispone desde hace unos años de medidas que permiten conocer los resultados de nuestros alumnos en áreas y competencias básicas en la enseñanza obligatoria. Los resultados a menudo han sido considerados mediocres, pero otras veces también se ha reconocido el esfuerzo de la comunidad educativa para dar un nivel mínimo de calidad a un sistema que no está suficientemente preparado para la escolarización universal y, en algunos casos, cargado de alumnos de incorporación y salida constante.

También disponemos de medidas de los resultados de certificación académica de los alumnos y del índice de continuidad y de abandono del sistema. De esta medida se deduce la cifra de abandono escolar que tantos quebraderos de cabeza da a nuestra sociedad.

Fracaso vital

Pero hay otra cifra de la cual no tenemos datos objetivos, como es la de la brecha entre la formación que damos en los centros y el índice de fracaso en el desarrollo posterior de nuestros alumnos. Es lo que podríamos llamar 'fracaso vital'. La competencia de conducir la propia vida es el resultado de múltiples factores personales, pero la influencia de la familia y de la escuela resultan imprescindibles para construir la propia personalidad e identidad, y encajarla en un proyecto vital y profesional, que la haga posible.

El reto de la educación del siglo XXI es armonizar la construcción de la persona de una manera integral con respecto a la formación personal y académica, dentro de un proyecto de convivencia, que incluye el concepto de ciudadanía global. Los retos de futuro que vive Catalunya en estos momentos están más que nunca vinculados a la transformación profunda de la educación de nuestro país, que debe responder a nuevas competencias y habilidades para los futuros ciudadanos.

Las escuelas de Jesuïtes Educació en Catalunya, que agrupamos más de 11.000 alumnos y a más de mil educadores, creemos que es en estos momentos de desconcierto, de ajustes económicos y de evidencia de nuevas necesidades educativas, que hay que impulsar una reflexión, que implique la participación del conjunto de alumnos y educadores de nuestra red.

Cambios profundos

Es el momento de ejercitar la reflexión creativa, el pensamiento lateral y de revisar la tradicional manera de ver el ejercicio diario del proceso de enseñanza y aprendizaje. Para nosotros no es un proyecto para salvar unos resultados malos o una crisis interna, sino que consideramos que es ahora, cuando las cosas van razonablemente bien en nuestra red, pero se vislumbran cambios profundos, que hay prepararnos para imaginar y ganar un futuro diferente.

Decía Richard Gerver hace pocas semanas en una conferencia en Barcelona ¿¿que el propósito de la educación es sacar el potencial de las aspiraciones vitales de los alumnos y de sus potencialidades. Y añadía que educar es apoderarse, en el sentido anglosajón de 'empower', y no limitarse a preparar exámenes.

Estos cambios para afrontar retos integrales no son posibles sin la implicación de los educadores y de los alumnos. Es por ello que hemos propuesto en nuestra red un proceso de reflexión y participación, que llamamos Horitzó 2020, que nos interpela y nos invita a 'mojarnos'. La dinamización y estructura de la reflexión y de la gimnasia de prepararse para el cambio dirigida a los profesores está orientada a nuestra participación profesional, y busca recoger las ideas, impresiones, deseos y planteamientos de los educadores por el futuro de la educación.

El sentido de la educación

Creemos que hay que darnos tiempo para reflexionar y participar pensando en el núcleo central del sentido de la educación, en el 'qué' la educación, dejando para el próximo curso el 'cómo' lo haremos. A menudo, los debates educativos se bloquean en las dificultades de llevar a cabo los cambios, o de lo que nos dirán las normativas, sin darnos cuenta de que somos nosotros los primeros que nos ponemos palos en las ruedas, porque no tenemos claro dónde centrar los cambios y qué queremos conseguir con ellos.

Las primeras ideas que están saliendo nos dan sugerencias que expresan deseos de cambios en los espacios, en la organización de los profesores o en la agrupación de alumnos. También en la necesidad de priorizar algunas partes del currículo, eliminando otros, y, incluso, al romper la misma idea de aula, para encontrar caminos diversos para alumnos que también son diversos.

Estamos convencidos de que priorizar la reflexión sobre la acción inmediata o convulsiva es auténticamente revolucionario en un sector, como el educativo, en el que no se da a menudo el espacio adecuado para encontrar las respuestas a unos retos que son, hoy por hoy, de otro siglo.

Con el proyecto Horitzó 2020 queremos dejar de ser víctimas del futuro para ser su protagonistas. Protagonistas de la educación que queremos para los ciudadanos de la Catalunya del 2020.

Este artículo está firmado también por Xavier Aragay, director general de Jesuïtes Educació (<strong>www.fje.edu</strong>)