tú y yo somos tres

Cuernos borbónicos

FERRAN MONEGAL

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Hay que descubrirse ante la teleserieGran Hotel(A-3 TV). No paran de ingeniar ingredientes, de incrustar nuevos personajes, que nos hacen disfrutar enormemente. En el capítulo de esta semana, que ocurre en pleno año de 1907, aparece en el hotel, de improviso, ¡el reyAlfonso XIII! Su Majestad se presenta como huésped de incógnito, pero todo el mundo le conoce y provoca una gran sorpresa. Se aloja en el establecimiento porque ahí le aguarda, instalada en una suite, su amanteRosemarie, dama rolliza y de buen ver que en el trato con los empleados es insoportable, altiva, quisquillosa y despótica, pero que haciendoedredoningcon Su Majestad al parecer es una fiera. Y precisamente en la cama están los dos cuando también se presenta en el hotel... ¡la reinaVictoria Eugenia! O sea, que la regia señora ya intuía que le estaban poniendo una colosal cornamenta, y pretendía pillarles a los dos en el lecho. Tremendo. La escena se resuelve al estilo clásico de las picantes comedias de boulevardo de enredo, o sea, saliendo el Rey a toda pastilla, en taparrabos, de la suite deRosemarie, gracias a la inestimable -e interesada- ayuda de un cortesano que le advierte a tiempo de que la Reina está subiendo por la escalera. Un impagable servicio que será inmediatamente recompensado por el monarca dándole un título de nobleza a este servicial palanganero. ¡Ahh! Celebremos el golpe de los guionistas de esta teleserie. Parece que están atentos, con la chispa de su ingenio en perfectas condiciones. Paralelamente, la otra tórrida relación, la de la dama casadaSofía y el hermoso mosénGrau, sigue su curso glorioso. Una noche se encuentran los dos en la terraza, se acercan, se agarran y se atornillan como dos lapas calientes. Y a la vista de cómo besa el mosén cabe sospechar que este sacerdote no es la primera vez que practica el arte del filete. ¡Ahh! Ya lo dijo en el capítulo anterior:«Antes que cura ¡soy hombre!».

ESPRIU .-Estamos en pleno centenario del nacimiento deSalvador Espriu, yXavier Bosch (Àgora, TV-3) nos pasó fragmentos de aquella entrevista que le hizoJosep Maria Espinàsen 1985 (Identitats). Resaltemos un momento, cuandoEspriucontaba por qué, al terminar la guerra civil, comenzó a publicar poemas:«La razón es muy clara: la censura miraba poco los versos. Y si los miraba, no los entendía». ¡Ahh! Bienvenidos los censores zoquetes. Demos gracias al Señor por su torpeza.