La estrategia de Barcelona

Miniurbanismo, garantía de urbanismo

Con poco dinero se pueden mejorar los espacios públicos en las zonas más céntricas y densas

ORIOL BOHIGAS

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De vez en cuando aparecen noticias sobre los propósitos del Ayuntamiento de Barcelona de mejorar la calidad de alguno de los grandes ejes viarios que desde hace más de un siglo marcan las imágenes representativas de la ciudad y canalizan las líneas básicas de circulación. A menudo, estas operaciones puntuales, aparentemente modestas, dan resultados muy eficaces, más que las grandes intervenciones radicales. Y, a menudo, se pueden resolver con inversiones más asequibles, tal como conviene en épocas en que las administraciones públicas están económicamente ahogadas, lejos de la resurrección. Con poco dinero -sin expropiaciones ni desahucios- se pueden lograr cambios que mantienen viva la dinámica urbana y que mejoran los espacios públicos más frecuentes en las áreas más céntricas y más densas de la ciudad. Y es la manera más inmediata de marcar en un barrio una nueva expresión formal para unas nuevas formas de vida, nuevas funciones urbanas.

EL TEMA DEL cambio de sección y usos de la Diagonal ofrecido a una subasta popular lo hemos heredado del anterior consistorio, pendiente de plantear soluciones más afortunadas y, sin duda, más modestas. Es evidente que en un momento u otro tendrá que decidir. Y a esta herencia se van añadiendo propuestas o incitaciones que afectan, entre otras áreas, la del paseo de Gràcia, la del Paral.lel, la de la Rambla y la de los trazados que aparecerán cuando se decida el centro de Glòries. Dentro de las actuales dificultades económicas y los recortes, estas operaciones puntuales podrían ser un buen ensayo de política microurbanística, que alguien interpretaría, quizá, como un acto deembellissement, un retorno a los trucos estilísticos del segundo imperio detrás de los cuales se escondían los grandes problemas sociales, pero que, en realidad, resolverían problemas de vialidad y de convivencia dentro del tema general de la buena imagen del orden plástico y el orden funcional de la urbanidad.

Los problemas que habría que resolver en estas cuatro avenidas son prácticamente los mismos o, al menos, se relacionan con los mismos principios, como, por ejemplo, la simultánea confortabilidad de la circulación y del espacio para peatones, la ordenación prioritaria de los servicios públicos, el control de los usos abusivos del turismo cuando mutilan los usos vecinales, la integración de los testigos históricos de cada barrio, la forma expresiva de todo el ámbito público y, en fin, la creación de un propio carácter urbano insertado en el argumento continuo del espacio público. Ya sé que estos no son los grandes problemas de la ciudad como son, por ejemplo, la falta de viviendas y servicios, la insuficiencia del transporte público, la rehabilitación de los barrios degradados, o la planificación de toda el Área Metropolitana. Pero son los pequeños problemas de reordenación de calzadas, aceras, aparcamientos y jardines que se pueden resolver con pocos recursos e, incluso, en cortas etapas sucesivas, suficientes para que en el paseo de Gràcia se mantenga o se potencie un impulso comercial eficiente, para que en el Paral.lel se ponga en marcha una reconversión de funciones que recupere la vieja centralidad de los espectáculos, que en la Rambla se tomen las debidas decisiones respecto a la normalización de usos y la adecuación a los diversos grados de confortabilidad. Y que en la Diagonal se vuelva a despertar la discusión sobre la posible clasificación de funciones circulatorias a lo largo del Eixample sin dañar los espacios peatonales. Quiero decir que este microurbanismo puede ser el indicador de un método de intervención bastante útil en las épocas de vacas flacas y siempre indispensable para la previa confirmación de los grandes cambios estructurales previstos. Siempre tiene alguna ventaja hacer las cosas con el rigor científico de la investigación: empezar actuando empíricamente en los temas cercanos y pequeños y, una vez probados y confirmados, deducir los conceptos fundamentales que permitan y apoyen la operación general. Del pequeño al grande, de la experiencia y la prueba a los principios generales, de lo tangible a la sistematización de las ideas.

ESTA MANERA de proceder indica la tendencia hacia una metodología urbanística realista e integrada, que se inicia con el «proyecto urbano» en vez del «plan de ordenación» y que define el contenido social con una consideración formal más que en cuantificaciones y estadísticas comparativas, con dibujos más que con números. Comenzar, pues, con ensayos de micro, con pequeñas realidades construidas no solo es útil en estos períodos de desgana colectiva, sino que puede ser provechoso como medio comunicativo hacia el ciudadano. Eso sí: siempre que los políticos no se olviden de instrumentar esta comunicación y no dejen en la estacada la opinión -y el entusiasmo- de la masa ciudadana.