Diálogo y experiencia

Conocer bien a la otra parte y no incurrir en apriorismos es básico para el éxito de toda negociación

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ISAÍAS TÁBOAS

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Parece que existe ahora una predisposición favorable al diálogo entre el Govern de la Generalitat y el Gobierno de España para abrir o ampliar procesos negociadores que ayuden a superar la tremenda situación de crisis socioeconómica en la que estamos sumergidos. Bienvenida sea esta etapa, ya que nunca deberían romperse los puentes para el diálogo. Porque sean cuales sean los problemas, sean cuales sean las expectativas de cada uno o las posiciones de partida de una negociación, ningún problema puede alcanzar solución estable en nuestra sociedad y nuestro entorno sin diálogo y aceptación del resultado del mismo. Pero para dialogar se necesita, sobre todo, voluntad para querer hacerlo y conocimiento sobre cómo hacerlo. Igualmente, en cada momento quien tiene una posición más favorable debe saber manejar los límites del no-diálogo. Supongamos, pues, que existe voluntad, y vamos a detenernos un poco en el aspecto del conocimiento acerca de cómo y qué negociar.

Resulta realmente sorprendente cómo en las negociaciones, muchas veces, buenas intenciones fracasan por planteamientos previos basados en el absurdo o por haber calibrado mal las fuerzas propias o ajenas, o la capacidad de negociación de la otra parte. O por no saber detectar la determinación, o incluso el pensamiento, de la otra parte. En definitiva, por no respetar a la otra parte demostrándole que conoces sus planteamientos y que haces un esfuerzo por entenderlos, aunque no los puedas compartir. Y este respeto es necesario para poder abordar la negociación. Nadie negocia seriamente con quien no le respeta. Puede aceptar un diálogo y marear la perdiz tanto tiempo como sea necesario por cálculo de oportunidad, pero no negociará. Esta situación se puede dar en ambos lados de una negociación. ¿Cómo encontrar el punto de confianza en cada proceso de diálogo? Seguramente es necesario escoger las personas que permitan, en cada lado, el mejor saber hacer.

Una manera muy útil y efectiva de mostrar respeto por la otra parte es que uno disponga de la mejor información que pueda recabar sobre aspectos muy fundamentales para esa otra parte en un entorno del diálogo que puede dar lugar a un proceso de negociación. Aspectos que ayudan a imaginar cómo desarrollará un proceso de diálogo y cómo puede comportarse la otra parte durante un proceso negociador. Es decir, saber qué le importa, cuáles son los mecanismos reales mediante los cuales define su posición de diálogo de partida, qué fuerzas se mueven en su entorno, cómo analiza las situaciones que conforman la posterior negociación, etcétera.

Naturalmente, este conocimiento no existe en los libros. No es un conocimiento absoluto o explícito. Incluso puede ser cambiante. Pero se pueden conseguir buenas aproximaciones recurriendo a la experiencia política. Experiencia que permite, por ejemplo, aconsejar que se evite iniciar una negociación partiendo de la idea apriorística, lamentablemente muy instalada en determinados círculos de pensamiento, de que en la otra parte no hay razones objetivas para mantener la posición que sustenta, sino simplemente una voluntad predeterminada de perjudicarnos o destruirnos a nosotros (no importa quién sea esenosotros) a cualquier precio. Es necesario abordar cualquier proceso de diálogo con amplitud de miras, descartando los prejuicios previos basados en las diferentes maneras en que cada parte interpreta el pasado.

Hay personas en Catalunya que tienen esa experiencia de saber dialogar en entornos políticos contrapuestos, que puede ser ahora muy útil. Ello se debe a que han tenido la oportunidad de servir en el ámbito público en puestos de responsabilidad política formando parte de diferentes gobiernos, de diverso signo político, tanto en el Govern de la Generalitat como en el Gobierno de España.

Estamos convencidos de que la mayoría de estas personas, que ahora ya no se dedican a la actividad política y son simples ciudadanos y profesionales, continúan teniendo un alto grado de compromiso cívico con la sociedad y estarían dispuestas a aportar, como lo estamos los que firmamos esta carta, sin otro interés que el bien común, la experiencia adquirida en el conocimiento de laotra partecada vez que pueda ser útil.

Exsecretario de Estado de Transportes. El artículo lo suscriben también Màrius Rubiralta, exsecretario de Estado de Universidades; Raimon Martínez Fraile, exsecretario general de Turismo, y Manel Villalante, exdirector general de Transportes Terrestres.