¿Un Govern de unidad?

Un Ejecutivo unitario de emergencia debería incluir en su programa el calendario del derecho a decidir

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ERNEST BENACH

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Se ha instalado en el centro del debate político en Catalunya la posible conveniencia de un Govern de unidad. ¿Qué significa exactamente? Y lo más importante: ¿para hacer qué?

Cuando en Alemania se constituyó en el 2005 lagrosse koalitionen,nadie creía en ese pacto entre socialdemócratas y democristianos. Y fue posible porque Alemania estaba empezando a afrontar una crisis que hoy vivimos con mucha más intensidad en el resto de Europa. También es bueno recordar los gobiernos de concentración de Israel apoyados por el Likud y el Partido Laborista, uno de los cuales logró la retirada de la Franja de Gaza, un hito histórico.

La situación que vive Catalunya hoy puede hacer pensar en un Govern de unidad. La crisis económica causa pavor, la crisis política es evidente y nos encontramos a las puertas -si no hemos cruzado ya el umbral- de una crisis social que apunta escenarios muy preocupantes. Si esto no fuera suficiente, la crisis también es nacional, dadas las difíciles relaciones de Catalunya con España y la permanente hostilidad con que nuestro país y nuestro Govern son tratados en diversos ámbitos por el Gobierno del Estado. No hay escenario posible de relación hoy entre Catalunya y España y los respectivos gobiernos que no tenga elementos de una clara agresión y de una asfixia premeditada de España hacia Catalunya. Es muy duro decirlo de esta manera, pero no por eso deja de ser cierto. La realidad, por desgracia, es tozuda, y lo que no se puede hacer en ningún caso es esconder la cabeza bajo el ala, querer maquillar lo que está pasando y seguir la vieja táctica dequi dia passa, any empeny. La situación ha cambiado tan radicalmente que los viejos parámetros de la política, los apliquen partidos muy tradicionales o partidos muy nuevos, ya no son útiles, ya no sirven.

Entiendo perfectamente alpresidentde la Generalitat cuando reclama que ante esta situación de emergencia nacional haya una respuesta contundente de la política catalana, de las instituciones del país. Por lo tanto, desde los partidos que tienen vocación catalanista habría que empezar a articularla. Pero esto choca con dos problemas graves. El primero, que los partidos deben tomar conciencia de que ahora toca país por encima de todo. Y eso no es fácil. Y el segundo, que hay que clarificar muy bien para qué se quiere el Govern de concentración, de unidad o de salvación nacional. ¿Para hacer exactamente qué? En Catalunya esto tiene sentido si, por encima de todo, se sabe dar respuesta, y contundente a ser posible, a los embates del Estado, y se traza de forma clara el camino de futuro a seguir.

Hay una mayoría de gente en este país, una inmensa mayoría, que quiere votar su futuro por encima de todo, y lo quiere votar sin matices ni condicionantes de ningún tipo. Salir con el discurso de condicionar la votación a la legalidad española es una buena estrategia para impedir que esa inmensa mayoría un día pueda votar. Y es por eso que hay que saber quién está de acuerdo con los cuatro puntos básicos que podrían acercar una gran coalición del catalanismo comprometido con el derecho a decidir.

Primero, resistencia a la agresión permanente del Estado. Segundo, pedagogía y explicación clara al pueblo de Catalunya de cómo y por qué se hacen las cosas; la fuerza de Catalunya hoy es esencialmente su gente. Tercero, calendario de cómo se ejercerá el derecho a decidir. Y cuarto, gran acuerdo político y social para enderezar la economía del país. Un amplio Govern de coalición no puede servir solo para aprobar unos presupuestos. El objetivo deberían ser los cuatro puntos, y que se sintieran afectados y comprometidos, como mínimo, los partidos partidarios del derecho a decidir, los principales sindicatos, también el mundo empresarial y las patronales y la sociedad civil.

Alguien dijo una vez que los políticos se caracterizaban por pensar en las próximas elecciones mientras que los estadistas pensaban en las próximas generaciones. Pues ahora en Catalunya es la hora de los estadistas y toca dejar de pensar en clave electoral y hacerlo en clave de país. Cuando se hace este ejercicio, todo toma otra dimensión y todo se relativiza. El grave problema económico de la Generalitat solamente se resolverá con la solución global del país y con la marca clara de cuál es el camino de futuro a seguir. Terminada hace tiempo la política delpeix al cove, ahora estamos en la fase de los parches, que como todo el mundo sabe solo consiguen empeorar la situación porque son provisionales, insuficientes y a menudo de mala calidad. Hay que hacer tabla rasa y construir un nuevo edificio, fuerte, sólido, estable y que tenga como objetivo prioritario enderezar la economía y garantizar el Estado del bienestar. Hoy en Catalunya esto es agenda social, agenda económica y, por tanto, agenda nacional. Expresidente del Parlament.