ANÁLISIS

El caso de Chipre llega a su cuarto episodio

JOSÉ CARLOS DÍEZ

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El cierre de las negociaciones con Rusia deja a Chipre troikada. La decisión ante el plan que les condena al desastre es salirse del euro. Pero la salida es un tsunami de alta magnitud y sin apoyo financiero un suicidio colectivo, como demostró la crisis de Argentina del 2001. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estuvo en la cocina del viernes en el que el Eurogrupo aprobó la quita a los depósitos y el corralito. Además, el principal accionista del Fondo son los países europeos. Por lo tanto, no parece que vayan a enfrentar a sus principales accionistas por unos cientos de miles de chipriotas. Así se escribe la historia.

El chantaje del Banco Central Europeo (BCE) amenazando con desconectar a los bancos chipriotas del respirador automático pone al país al límite del abismo. Es la misma táctica que han seguido en el resto de rescates y todos confían en que funcione en este también. El riesgo de salida desordenada del euro sigue existiendo pero parece que al final, en el límite, habrá acuerdo. Pero el acuerdo incluye control de capitales y dejar al país condenado a la depresión. Da igual, lo importante es, como en la central de Fukushima, cubrir de hormigón el núcleo radioactivo chipriota para evitar el contagio a su vecina Grecia.

Los políticos europeos aún no han entendido que con internet el contagio ya se ha producido. En Grecia la fuga de depósitos comenzó hace dos años y continuará, y el país es candidato a controles de capitales. Los controles de capitales son una medida de emergencia que no resuelve ningún problema y que simplemente te permite ganar tiempo para resolverlos.

En Europa somos expertos en despilfarrar tiempo. Desde Berlín mantienen el relato «sabemos que el camino es duro, nosotros lo pasamos, pero pronto veremos la luz». La realidad es que ellos no han pasado ninguna crisis similar desde la República de Weimar y después vino Hitler y la gran guerra. Pero Alemania vuelve a creer que está en posesión de la verdad.

En España ya teníamos dudas razonables de lo poco que pintamos en el tablero europeo, pero la crisis de Chipre va más allá. Ni siquiera tenemos opinión sobre asuntos europeos. La frase de Mariano Rajoy «no soy partidario de que se hagan quitas de los depositantes» después de que su ministro de Economía la votara por unanimidad en el Eurogrupo es seguramente la más desafortunada que este economista observador recuerda en décadas de construcción europea.

El absurdo

Nadie sabe lo que sucederá, pero si Chipre traga será una nueva huida hacia adelante. En Alemania al menos están en elecciones y tienen su tasa de paro más baja en décadas. En España la tasa de paro sube y sube, necesitamos apoyo financiero el pasado año, y ahora colaboramos en el rescate a Chipre. ¿Te imaginas a un enfermo de leucemia donando sangre en el mismo hospital donde le tratan de su dolencia? En la Europa del absurdo, la realidad supera la ficción.