La rueda

Las (pocas) opciones del 'president' Mas

JAUME BADIA

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La suspensión de la cumbre de las fuerzas políticas catalanas que debería haberse celebrado el pasado sábado es un fiel reflejo del estado lamentable en el que se encuentra el sistema político catalán. Desde CiU, con los socialistas siempre se querría pactar y se termina diciendo que es imposible; con el PP siempre se querría romper y se termina pactando. El drama persistente de la crisis y la asfixia financiera del Gobierno de España no hacen más que aumentar el desconcierto provocado por el veredicto de las urnas el 25-N. El hecho de que el president Mas convocase igualmente al Govern para debatir la dramática situación de Catalunya confirma la precariedad política en la que vive, luchando a pecho descubierto para salir del embrollo en el que se encuentra, entre la respiración asistida pero condicionada de ERC y la falta de un oxígeno financiero que le regatea el PP. Una ecuación diabólica que tampoco puede resolver Pere Navarro, que había propuesto la cumbre abortada. Vivimos tiempos de temperaturas extremas, y el agua tibia de los socialistas, por balsámica que resultase a Mas, no casa ni con la agenda nacional (en manos de los republicanos) ni con la gestión cotidiana del autogobierno (en manos de Montoro).

Con este panorama de casi colapso se entiende que el president haya dado instrucciones a sus consellers para que exploren todas las vías de diálogo con el Gobierno del PP. Es lo que reclamaba Duran y lo que necesita Mas-Colell. Y, bien mirado, también es lo que decía la resolución del PSC sobre la consulta, aprobada por una amplísima mayoría en el Parlament: diálogo para llegar a una consulta legal. Nadie cree en eso, pero el guion lo exige. Es probablemente el único camino que le queda a Mas antes de considerar una decisión política más dramática aún: convocar unas elecciones plebiscitarias, quién sabe si dejando paso a otro candidato. Es la penúltima carta.