Ideas

La felicidad y el yo

BEATRIZ DE MOURA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Para distinguirnos de los demás decimos: yo soy yo y mis circunstancias. Pronto cumpliré tres cuartos de siglo y no solo sigo sin poder afirmar que yo soy yo sin sonrojarme, sino que sigo preguntándome en qué consisten a ciencia cierta esas circunstancias que podrían orientarme acerca de mí misma. El caso es que, por primera vez, tengo la impresión de que la gente, así, en general, se encuentra en el mismo estado de desconcierto y confusión que yo, aunque nunca como ahora la he sentido tan necesitada de reconocerse en alguna circunstancia común, que a la vez brinde seguridad y dé sentido colectivo a lo que, de hecho, es una lamentable indefensión individual. En fin, que ya no sabe bien a qué acogerse para encontrarse a sí misma, de modo que, en su desesperada soledad, se busca a sí misma allí donde, hasta el momento, ha ido buscando y al parecer encontrando todas las respuestas: paradójicamente en una red, LA red, o las redes. Y en ellas, rebuscando incesantemente sus circunstancias, no solo ha perdido el norte, sino la memoria de su yo. Cuando el cansancio la devuelve a este lado de la pantalla, solo la rutina diaria, tan monótona, tan igual a sí misma, la sitúa ante la cansina evidencia de su realidad cotidiana, en un momento histórico en que, colectivamente, andamos también algo perplejos y desamparados.

Todo sea dicho, amigos; los que divagamos poco y convivimos tocando suelo con nosotros mismos sin nunca saber muy bien quiénes somos y a trancas y barrancas con nuestras circunstancias tal vez seamos unos plastas de cuidado, pero no paramos de hacernos preguntas como estas: ¿quiénes son -los internautas partidarios de la levedad del ser o los cenizos insertos en lo real cotidiano- los que transitan por la vida de mejor humor y sin demasiados tropiezos? Porque ¿es acaso necesario cargar de por vida con un yo? ¿Y dejará semejante yo vivir y, en particular, pensar libremente al aire de las circunstancias inesperadas? ¿Es acaso necesario o indispensable reconocerse en un yo propio o ajeno para ser algo feliz?