La situación política

La crisis como oportunidad

Catalunya puede aprovechar la ocasión que la historia le ofrece: solo debe saber ir a favor de sí misma

La crisis como oportunidad_MEDIA_1

La crisis como oportunidad_MEDIA_1

ERNEST BENACH

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Varias voces del ámbito del independentismo han coincidido en que la crisis económica podría engrosar las filas de quienes optan por un Estado propio. Parecía que eso podría llevar al país a decantarse hacia posiciones claramente soberanistas. No niego la mayor, pero me interesa analizar el efecto contrario. A menudo se ha dicho que en España alimentar la catalanofobia daba votos, y no tengo demasiados argumentos como para contradecir esta afirmación. En este contexto, pues, la tesis cuanto más nos maltrate Madrid, más independentistas habrá tiene una doble lectura. La de aquí, pero también la de allí. Y si entramos un poco a fondo en el tema veremos que nada es casual.

El Gobierno del PP se ha caracterizado en los últimos meses por una ofensiva recentralizadora sin precedentes. Las iniciativas en diversos ámbitos para recortar las competencias del Govern y recuperar capacidad de actuación desde el Gobierno del Estado en Catalunya son un auténtico escándalo. Veámoslo. Ha habido conflictos en educación, donde la amenaza del ministro Wert afecta directamente al tuétano del autogobierno y de la convivencia en Catalunya. Un ataque frontal y directo al sistema de inmersión lingüística que tantos éxitos ha dado al país. Y el resultado de todo ello, combinado con los recortes correspondientes, la rebaja de los sueldos a los maestros y cierre de aulas fruto del déficit fiscal que asfixia a las finanzas catalanas, puede ser demoledor.

Sigamos. A nivel de infraestructuras, las noticias no son mucho mejores. La batalla permanente por el corredor del Mediterráneo tiene visos de novela negra más que de episodio importante de la política catalana, española y europea. Todo el mundo lo ve claro en el Mediterráneo, y en Europa se insiste en que esta es la opción de futuro, pero en Madrid parece que solo haya ojos para el corredor que debe atravesar, literalmente, los Pirineos, y conectar con el centro. También podríamos hablar de las barbaridades que se han cometido con la alta velocidad y los agravios territoriales que ha representado esta cuestión (precios, líneas sin pasajeros, criterios de eficiencia...), por no hablar del drama de las cercanías. Incluso podríamos hablar de la necesidad imperiosa que tiene El Prat de volar solo, sin malas compañías que terminan por limitar su gran potencia, que bien combinada con Reus y Girona podría plantear un sistema aeroportuario catalán basado en la eficiencia y el rendimiento óptimo. Pero eso, ahora, también es una quimera.

Y hay más. La ofensiva del Gobierno de España en el ámbito del mundo local afecta a todo el Estado, ciertamente. Pero las consecuencias son mucho más perversas en Catalunya, entre otras cosas porque las competencias para la ordenación del mundo local son catalanas. Además, parecía que había acuerdo para que las diputaciones catalanas iniciaran el camino hacia su desaparición y, en consecuencia, el traspaso de competencias al mundo local, e incluso en algunos aspectos hacia la Generalitat. El PP no tiene ningún problema en reforzar las diputaciones y reducir drásticamente el peso del mundo local. Eso por no hablar de la ofensiva de la Delegación del Gobierno contra varios ayuntamientos por cuestiones estrictamente simbólicas.

Y por si esto no fuera suficiente, el ministro de Hacienda no solo no da aire desde el punto de vista fiscal, sino que traspasa todas las exigencias de más austeridad y más recortes a las comunidades autónomas. O sea, que el nivel de déficit que se exige para Catalunya es prácticamente imposible de cumplir, mientras que el Estado no se autoexige el mismo sacrificio. Montoro no solo consolida el déficit fiscal de Catalunya. Ahora da un paso más.

Y aún podríamos continuar con la ofensiva del ministro de Asuntos Exteriores que amenaza con impedir una política exterior propia de la Generalitat con la excusa, barata y torpe, de economizar recursos, y evidentemente con el objetivo de no permitir que Catalunya internacionalice su conflicto. Y también con un rosario de ejemplos de casos de otros ministerios de una arbitrariedad escandalosa. Cultura cancela la ayuda al Macba por el déficit global. Sanidad recurre el euro por receta. La crisis ha sido la gran oportunidad para la derecha de uniformizar aún más España.

La crisis, pues, ha abierto oportunidades. La gran diferencia es que ellos solo pueden ir en contra nuestra, del país, de su gente, de la lengua, de la convivencia (Aznar ya amenazó). En cambio, nosotros podemos aprovechar la oportunidad que la historia nos ofrece: solo tenemos que saber ir a nuestro favor, o sea de todos y cada uno de los ciudadanos que hoy viven en Catalu-nya. El escenario de un país potente, con voz propia en Europa y que sea limpio, ordenado, culto, activo y rico es el mejor argumento que tenemos. Sin ir contra nadie, solo a favor nuestro.