LA CRISIS DEL SOCIALISMO ESPAÑOL

Los pecados originales del PSC

"Al congreso de unidad se llegó con una desconfianza consolidada. Nosotros, los del PSC (C), empezábamos a temer que lo que íbamos a crear era el "partido de nacionalidad", concepto que desde Madrid les vendían a los de la FSC"

Alfredo Pérez Rubalcaba escucha a Alfonso Guerra, el pasado 12 de febrero, en el Congreso.

Alfredo Pérez Rubalcaba escucha a Alfonso Guerra, el pasado 12 de febrero, en el Congreso. / JLR

JOSEP TORDERA

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Quien suscribe estas líneas hace más de 32 años que no milita en ningún partido, pero el caso es que fue militante de Convergència Socialista de Catalunya, primero; del PSC (Congrés), después, y del Partit dels Socialistes de Catalunya, posteriormente. Fruto de mi experiencia en esta historia, debo admitir que en el proceso que llevó a la unidad del socialismo catalán, nos tomaron el pelo a todos, a nosotros, pero también a los compañeros procedentes de la Federació Catalana del PSOE.

En todo el proceso previo a la creación del Partit dels Socialistes hubo muchas desconfianzas. A la gente del PSC (C) se nos hizo creer que el nuevo partido sería del todo soberano y que, fruto de esta soberanía, establecería un acuerdo federal con el PSOE para fijar, conjuntamente con este, la estrategia a nivel de Estado "en el marco de la lucha de clases".

Al mismo tiempo, a la gente de la FSC-PSOE se les hizo creer que de facto el nuevo partido no era otra cosa que "un partido de nacionalidad o región", nombre con el que el PSOE comenzaba a designar a sus federaciones territoriales, que habían absorbido los pequeños partidos que formaban la Federación de Partidos Socialistas (FPS) o el Partido Socialista Popular de Tierno Galván.

Al congreso de unidad se llegó con una desconfianza consolidada. Nosotros, los del PSC (C), empezábamos a temer que lo que íbamos a crear era el "partido de nacionalidad", concepto que desde Madrid les vendían a los de la FSC. En cambio, los compañeros de la FSC cada vez veían más claro que el nuevo PSC sería un partido soberano.

De hecho, en las primeras sesiones del congreso, cuando los partidos hacían sus asambleas de disolución, oíamos, acojonados, cómo los delegados de la FSC --reunidos en una sala aparte-- gritaban fuerte y reiteradamente: "PSOE, PSOE, PSOE...", reivindicando su voluntad de que el nuevo PSC fuera la continuidad, adaptada a los nuevos tiempos, de su organización. Tuvo que ir Alfonso Guerra --sí, el mismo que ahora pide la reinvención de la FSC-- para tranquilizar los ánimos de sus compañeros.

Lo cierto es que los compañeros de la FSC-PSOE tenían razón en sus miedos. Lo que salió del congreso fue un partido soberano. De hecho, cumplía con todos los requisitos como tal, y siempre lo ha hecho. Inscrito en el Registro de Partidos, sus cuentas siempre han sido analizadas por separado de las del PSOE, como dos organizaciones diferentes que son.

Asimismo, la Junta Electoral Central ha rechazado las reclamaciones formuladas por otros partidos --especialmente PP y CiU-- que exigían que se considerara al PSC como integrante del PSOE a la hora del reparto de espacios electorales. PSC y PSOE también figuran separados en el reparto de las subvenciones económicas que reciben las candidaturas por los resultados electorales.

Teníamos las pruebas por escrito: inscripción del PSC en el Registro de Partidos y reiteradas referencias sobre su carácter soberano en los documentos fundacionales. Y, a pesar de ello, muchos delegados del PSC salimos del congreso de unidad pensando que quizá sí que las cosas tenían toda la pinta de dar la razón a los compañeros de la FSC que nos decían que el PSC sería "un partido de nacionalidad" como podía serlo el PSE, aunque con un trato preferente por parte de la dirección de Ferraz.

(Continuará)

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