Gente corriente

Josep Cuch: «La piel del castaño crece y va cubriendo sus heridas»

Dueño de un castaño de 600 años. Su familia cuida y protege desde hace siglos un árbol monumental digno de 'El señor de los anillos¿.

«La piel del castaño crece y va cubriendo sus heridas»_MEDIA_2

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GEMMA TRAMULLAS

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La pista forestal parte de Cànoves (Vallès Oriental) y asciende hacia la finca de la familia Cuch, en el corazón del parque natural del Montseny. Un torrente riega esta umbría y empinada ladera que en verano se transforma en rambla excursionista pero donde, en esta época del año, no se oye más que el roce del viento contra las hojas. Josep podría conducir los cuatro kilómetros de camino hasta el castaño con los ojos vendados.

-¡Esto es precioso!

-Sí que lo es. Pero a la gente le cuesta entender que esto no es así porque sí, porque lo ha hecho la naturaleza y ya está. [Detiene el coche] Mire estos árboles: ¿cómo han ido a parar aquí estos tres cerezos? Los plantaron mi padre y mi abuelo. [Arranca]

-Hubiera creído que estaban aquí por generación espontánea.

-Mi padre aún se acuerda de cuando esto era un yermo de zarzales; aquí no había nada. Si gran parte del Montseny es así es por obra de la naturaleza pero también porque la gente lo ha trabajado durante muchos años. Esta pista por la que circulamos se abrió a pico y pala y la pared de piedra seca está hecha a mano. La gente no lo sabe y piensa que, como es parque natural, es de todos, pero si se les explica lo entienden.

-¡Ahí está el castaño! ¡Si parece la casa de un hobbit!

-Parte de su atractivo es que se puede entrar en el interior del tronco. Durante un tiempo vivió aquí un carbonero y mi padre le ayudaba a hacer carbón. Tiene un perímetro de 12,5 metros y según el científico Martí Boada su edad aproximada es de 600 años. Para la gente de esta zona siempre fue, sencillamente, un árbol grande, pero ahora es muy popular. El año pasado atrajo a 15.000 personas.

-¿Y quién lo cuida?

-La familia Cuch. Nuestros orígenes en este territorio se remontan al año 1000 y algún antepasado mío debió plantarlo. Cuando los castaños se hacen muy grandes se quedan huecos y a este además le prendieron fuego por dentro en 1937. Estuvo humeando durante tres días y tres noches hasta que mi abuelo pudo apagarlo poco a poco, echándole agua que cogía del torrente con cántaros de leche. El castaño es muy importante para la familia, no porque reciba muchos visitantes, sino porque lo queremos y hemos luchado toda la vida para protegerlo.

-Usted conocerá cada nudo del tronco, cada herida de la corteza...

-Me paso el día cortando leña y no tengo tiempo para quedarme a observarlo, pero... ¿ve esa marca en el tronco? Hace años grabaron una O con una navaja y ya casi no se ve porque la piel del árbol crece y va cubriendo sus heridas. A veces le doy un vistazo y si hay que expurgar ramas lo hago, pero un árbol es salvaje y no necesita un cuidado diario.

-¿Cómo lleva sus 600 años?

-Bien, pero hay que protegerlo porque la gente trepa, golpea las ramas para que caigan las castañas y el paso de miles de personas afecta la compactación del terreno y puede perjudicar a las raíces.

-¿Y si lo explicaran en un cartel?

-Ya había un cartel, pero lo arrancaron. Ese es el problema. ¿Qué tengo que hacer? ¿Pasarme los domingos aquí, vigilando? Un día nos llamaron diciéndonos que el castaño parecía un árbol de navidad por la ropa de toda la gente que había encima.

-Yo me estoy conteniendo, que lo sepa.

-Ahora somos mucho más respetuosos, pero antes venían a hacer paellas y a lavar el coche al arroyo. Aun así, te encuentras de todo. Un día le expliqué a uno que había subido a una rama por qué no debía hacerlo y me contestó que quién era yo para decirle nada. «Soy el dueño», le informé. Y me contestó: «Pues enséñame el DNI». «De acuerdo, pero antes dime: ¿con qué nombre conoces este castaño?» «El castaño de can Cuch», dijo. «Bien, pues aquí tienes mi DNI: Josep Cuch». Y bajó sin decir nada.

-No es fácil gestionar esto.

-Casi todas las obras de acceso y protección del árbol las hemos pagado nosotros y, aunque parezca que por tener una finca tengas que ser rico, no es así. Podríamos discutirnos cada día con la gente, pero es mejor aprovechar el castaño para hacer un turismo responsable y por eso empezamos a organizar visitas con comida incluida en la Casa del Bosc (www.castanyerdencuch.com).