Las perspectivas del 2013

¿Luz al final del túnel?

Los datos no apuntan a la salida de la crisis, sino a que todavía no se puede ver cuándo terminará

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JOSÉ CARLOS DÍEZ

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El pasado verano España estaba abocada a un rescate inminente para financiar nuestro déficit público. Desde entonces, los inversores han pasado de la depresión a la euforia, las bolsas suben y la prima de riesgo baja. A pesar de la crisis y de los errores sistemáticos de los inversores antes, durante y después de la misma, se mantiene el mito de que los mercados anticipan el ciclo económico. Por lo tanto, la pregunta es: ¿estamos en ciernes de una recuperación económica a finales del 2013 como anuncian las trompetas?

Lamentablemente, el frío análisis de los datos y de las políticas económicas que se aplican invitan a ser prudentes. Hace unos días conocimos la EPA del cuarto trimestre. La cifra de desempleados se quedó al límite de los seis millones y la tasa de paro superó el 26%. Eliminando el efecto estacional, la tasa cerró el 2012 en el 26,7% y ha superado ampliamente los seis millones de parados.

El dato más negativo fue la destrucción de empleo, que se volvió a acelerar hasta el 5% anualizado. En el conjunto del año se destruyeron 850.000 empleos y entramos en el 2013 en el momento de mayor intensidad de destrucción desde principios del 2009. Los datos de afiliaciones a la Seguridad Social de enero nos confirman que el primer trimestre será igual de negativo.

El otro dato que confirma el desplome de la economía en diciembre fueron las ventas minoristas, que descendieron el 10,7% anual, su mayor caída desde el 2008. El INE ha publicado la estimación preliminar del PIB, que registró una caída próxima al 3% anualizado. Pero el Banco de España anticipó que la demanda interna registró una caída en el cuarto trimestre próxima al 8% anualizada.

Por lo tanto, la economía está en caída libre y de momento no es que no se vea la recuperación, es que aún no se ve dónde está el suelo de la depresión. Los economistas solo conocemos tres políticas económicas para sacar a una economía de la recesión: fiscal, monetaria y cambiaria. El déficit público en España acabará próximo al 7% del PIB en el 2012, excluyendo las ayudas al sistema bancario. Con ellas estaremos próximos al 10%. Pero el déficit real es aún mayor.

Recordemos que con el plan de pago a proveedores las autonomías estuvieron sacando facturas de debajo de las alfombras hasta la primavera del 2012, pero los gastos se imputaron en el déficit del 2011. Luego, desde el verano, se han frenado las devoluciones de IVA, lo cual supone transferir déficit al 2013. Por lo tanto, el déficit real es superior al 7%.

Para estabilizar el crecimiento de la deuda pública hacen falta dos condiciones: crecer y tener un superávit antes del pago de intereses de la deuda. Para alcanzar un superávit necesitamos un ajuste adicional superior a los 40.000 millones. Un ajuste de esta magnitud con una economía en depresión no será posible en un solo año. Por lo tanto, nos quedan dos años de debilidad de la demanda interna y destrucción de empleo, público y privado.

La única posibilidad de crecer es vía exportaciones. El problema es que nuestros socios europeos también han entrado en recesión y desde el pasado verano nuestras exportaciones han caído. Especialmente preocupantes son los datos que provienen de Francia. Pero también Alemania, con un desplome del 16% anual de ventas de coches en diciembre y un 5% de ventas minoristas, da señales muy preocupantes.

La otra posibilidad para crecer es la política monetaria y el ciclo de crédito. El BCE condiciona su intervención a que el país pida el rescate y sigue reacio a sobrerreaccionar para reanimar al enfermo como han hecho en EEUU. Los europeos vamos a contracorriente, el euro se ha convertido en la moneda fuerte del sistema monetario y está un 10% sobrevalorado. Esto es una pésima noticia para nuestras exportaciones fuera de la eurozona.

Por lo tanto, la luz al final del túnel es otro tren que viene a arrollarnos. No obstante, hay que luchar para no caer en la desesperación. EEUU nos ha demostrado que estas crisis tienen solución. Es necesario que España tenga más tiempo para hacer su ajuste fiscal y que Alemania apruebe planes de estímulo para crecer. Es necesario que el BCE intervenga en los mercados, lo cual ayudará a depreciar el tipo de cambio. Y, además, hay que reestructurar cuanto antes las deudas que no se pueden pagar, empezando por Grecia y siguiendo por los bancos irlandeses.

El problema es que todas las políticas europeas son depresivas y los estímulos fiscales y monetarios ni están, ni se les espera. En esta situación, lo más preocupante es que el Gobierno, en una situación de extrema debilidad, se agarre al clavo ardiendo de una recuperación virtual y someta a él toda su estrategia de política económica. La situación es surrealista y recuerda a los hermanos Marx quemando las maderas de los vagones.