Al contrataque

Ha llegado la hora

ERNEST FOLCH

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Hay que ver con qué habilidad un robo se ha transformado en un asunto filológico. De repente, los papeles sagrados deBárcenashan pasado a ser materia de calígrafos, peritos y demás oficios medievales, y hete aquí que en el país donde se da credibilidad a cualquier borrador resulta ahora que la prueba no vale el día que por fin aparece.

Esta cortina de humo documental es de hecho la segunda tinta que nos tira el calamar de la corrupción para despistarnos. La primera consistía en hacernos creer que estábamos ante un simple problema de sobresueldos en negro o un mero incidente fiscal. No se dejen engañar. Ni son sobres, ni es un talLuis Bárcenas,ni se trata de nada que tenga que ver con Hacienda, por mucho que ahora despisten enseñando declaraciones de renta que nadie les ha pedido. No es un delito de ningún tresorero ni de ningún individuo aislado, como tampoco elcaso Palauera obra de ningún cleptómano, como se nos hizo creer.

Estamos ante algo mucho más diabólico: una trama monumental donde se pagaba con dinero de todos el tren de vida enloquecido de una casta muy determinada. No pongan la lupa sobre los confeti deAna Mato,sino sobre el dinero público que los compraba.

Y si quieren ir a la raíz y profundizar de verdad, no miren al sobornado sino al sobornador. Mientras las escopetas de la opinión apuntan contra los políticos, siguen en la sombra, agazapados y mudos, los empresarios que de forma tan filantrópica iban donando centenares de miles de euros, siempre a cambio de un oportuno y presunto concurso público. Lo fascinante de esta red es que ha tenido de telón de fondo, como quien no quiere la cosa, dos elementos aparentemente secundarios: miembros de la Casa Real que aparecen como una parte del todo de la granred Gürtely el palco del Bernabéu, que es donde se juntaban algunos empresarios donantes con algunos políticos donados.

La Trinidad

La mayor crisis institucional y moral que jamás ha padecido un Gobierno en España debe ahora convivir también con la crisis de la Monarquía y con la crisis del Real Madrid, y mira por dónde, las tres están conectadas y las tres son una, en esta nueva Trinidad de la España decadente.

No es ninguna casualidad que todo haya estallado a la vez, justo ahora que se racanea el gota a gota de los viejos en los hospitales para ahorrarnos aquellos euros que se llevaron y que, como las golondrinas, jamás volverán.

La aluminosis afecta a todas las instituciones españolas a la vez porque lo que está en crisis no es ningún Gobierno, sino una cultura, una manera de entender el mundo, que se resumía en la perversa ecuación que decía influencia más poder igual a comisión. La buena noticia es que el desguace de este viejo mundo ya ha empezado, y los papeles deBárcenasno son sino la última prueba antropológica del desplome.

Ha llegado la hora. Abróchense los cinturones.