El futuro de un espacio crucial

El Morrot, punto caliente

La economía catalana gravita sobre el territorio litoral que rodea la montaña de Montjuïc

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Ramon Folch

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Dos milenios atrás, Mont-juïc se adentraba en el mar y separaba el delta del Llobregat de la planicie litoral construida por el Besòs y los aportes del Tordera. La escueta escollera portuaria levantada en el siglo XVI y el incipiente puerto de los siglos XVII y XVIII acabaron de recrecer la planicie litoral barcelonesa, pero hasta el siglo XIX Montjuïc aún ofrecía una costa brava, como muestran las maravillosas y precisas panorámicas cartográficas deAnton Van den Wyngaerde(1563) o las fotos queCharles Cliffordhizo de la zona en 1860, las primeras tomadas en Barcelona. La plataforma del Morrot es cosa moderna. A ambos lados fueron creciendo el aeropuerto, el polígono de la Zona Franca (con la Seat y Mercabarna) y el puerto, conectados a través de esa angosta plataforma litoral adosada a Montjuïc a finales del siglo XIX, cuando Barcelona celebraba su Exposición Universal (1888) y se dotaba por vez primera de un puerto como es debido. Hoy, la zona concentra las infraestructuras de transporte y producción industrial más importantes de Catalunya. Y las carencias viales y ferroviarias más insufribles, también.

La relativamente suave y también estable falda interior de Montjuïc fue deglutida por la ciudad, que la colmó de jardines, museos, teatros, estadios, ferias de muestras y calles. En cambio, el geológicamente fallado y geotécnicamente inestable frente litoral del promontorio es un acantilado pendiente de solución urbanística que estrangula el tráfico. Se impone resolver el tema de una vez por todas, entre otras razones porque la economía catalana pivota sobre esta zona. Can Tunis y el Morrot son el ombligo del territorio económico catalán.

De las vías romanas a esta parte, sean carreteras, autopistas, gasoductos o corredores ferroviarios, todo pasa por la angostura de Montcada o por la de Martorell, o ahora, por la estenosis del Morrot. El problema principal está en el Morrot, porque el puerto se pega a la montaña. En este punto conviven la nueva y enorme terminal de contenedores y un suntuoso cuello de botella viario y ferroviario.

Los dicasterios del Estado abordan el tema con parsimonia digna de mejor causa, los agentes económicos se desesperan y el Ayuntamiento de Barcelona trata de proponer soluciones alternativas con éxito pendiente de demostrar. Si, por ello, el puerto no puede mover anualmente los 11 millones de contenedores estándar tras haber invertido 3.500 millones de euros en ampliaciones y la operadora Hutchison no puede trabajar como es debido tras haber invertido otros 300, estaremos ante uncasus belli.Tenemos dos grandes desafíos que exigen dos grandes soluciones. Uno es el paso del Morrot, doblado de urbanización digna del frente litoral de Montjuïc, que es ya un espacio protourbano y ha de acabar siendo urbano por entero. El otro, la actuación coordinada y supeditada a los intereses generales del país (quiero decir Catalunya, claro) del puerto, el aeropuerto y el polígono de la Zona Franca. Todo ello, encajando estas tres infraestructuras, y las viarias y ferroviarias correspondientes, en un territorio cosido de valores naturales que conviene preservar y potenciar, justamente porque estamos hablando de urbanizarlo; o sea, de colmarlo de urbanidad.

Al lado de la Zona Franca Aduanera (espacio territorialmente exiguo) está el mayor polígono industrial de Catalunya (650 hectáreas), inmediato a un gran puerto y a un potencialhubaeroportuario, a cuatro pasos de una gran ciudad. Cualquier país de la Europa fiable habría sacado mucho partido de esta feliz coincidencia. Nosotros tenemos un puerto, un aeropuerto y una zona industrial que actúan por separado, de modo a menudo enfrentado y en cualquier caso al margen de la estrategia socioeconómica de la ciudad y del país que les confiere sentido, entre otras razones porque el aeropuerto depende de AENA, el puerto de Puertos del Estado y el polígono de la Zona Franca de un consorcio tutelado por el Gobierno español, que designa a su presidente.

Hay un frente litoral de Montjuïc, con castillo, cementerio, jardines, rondas y acantilados, pendiente de acomodo. Hay tres puertos de Barcelona: el deportivo, pesquero y urbano que va de la Barceloneta al Morrot; el comercial de ferris y cruceros, delante del Morrot, con muchos componentes urbanos también; y el industrial, en plena recreación, que empieza en Can Tunis. Hay un espacio económico vital para Catalunya que comprende los puertos comercial e industrial, la Zona Franca, el aeropuerto y sus infraestructuras viarias y ferroviarias. Hay un parque agrario, unas playas, una desembocadura fluvial y unos humedales de evidente interés. Si no encajamos, coordinamos y potenciamos todo ello al servicio de una economía posindustrial sostenibilista, la soberanía no pasará de eslogan. Socioecólogo.

Presidente de ERF