La actualización de las leyes

Votar en el siglo XXI

Es dificíl entender que Catalunya no disponga de una normativa electoral propia adaptada a internet

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ERNEST BENACH

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Desde hace unas semanas se vienen denunciando los graves problemas que una parte de la población catalana, la que vive en el extranjero, tiene para poder votar en las elecciones al Parlament. Testigos de todo el mundo, desde Australia hasta Brasil, pasando por Estados Unidos, varios países europeos (sí, sí, nuestros vecinos) y de algún país exótico de Oriente Medio han explicado de viva voz situaciones, que en algún caso eran esperpénticas.

Un sistema anticuado, pasado de moda, que se junta con una administración ineficiente y que no tiene ningún interés en el tema, es el cóctel explosivo que en la práctica implica que miles y miles de nuestros conciudadanos se quedaran en las últimas elecciones sin poder ejercer el más elemental de los derechos: votar a sus legítimos representantes.

Contrasta con ello el hecho de que en las elecciones presidenciales de EEUU, dicen que las más importantes que se hacen en el mundo, en varios condados ya se ha podido ejercer el derecho al voto por internet. Un ejercicio fácil, seguro y que ha facilitado mucho las cosas a los estadounidenses que han podido votar a su candidato para la presidencia. Y, paradojas de la vida, la empresa que ha hecho funcionar esta quimera es catalana, SCYTL, con tecnología catalana y que trabaja en varios de los estados que han implantado, o quieren implantar, el sistema de votación por internet. Imagino que deben ser estados que tienen ley electoral, y que además esta se ha adaptado a las necesidades, ventajas y condicionantes que el siglo XXI nos aporta.

En Catalunya, el tema de la ley electoral ciertamente es de juzgado de guardia. Es culpa de todos que desde 1980 no hayamos sido capaces de hacerla, de acuerdo, pero probablemente unos tengan más culpa que otros. Los esfuerzos que se hicieron en la última legislatura del gobierno de izquierdas fueron considerables y, sin embargo, es bastante desesperante que no se haya llegado a ningún acuerdo por el simple hecho de sacar la calculadora y ver cómo esto beneficia o perjudica a cada partido.

Nuestra democracia necesita una buena dosis de vitaminas para salir reforzada de esta importante doble crisis que estamos padeciendo, económica pero también de valores. Y estas vitaminas tienen diferentes formatos. No tengo ninguna duda de que una buena ley electoral, que además fuera valiente en la forma y el fondo, sería una muy buena inyección de vitaminas.

Además, tal y como dice la asociación Acción por la Democracia, que defiende la necesidad de una nueva ley, una buena parte de la teórica de esta hipotética asignatura ya la tenemos aprobada. Recordemos por ejemplo qué nos dice el actual Estatut: «El sistema electoral debe ser de representación proporcional y debe asegurar la representación adecuada de todas las zonas del territorio de Catalunya» (art. 56.2). Por lo tanto, garantía de diversidad y de representación de los territorios del país. Actualmente, la disposición transitoria segunda del Estatut nos dirige a la LOREG (Ley Orgánica del Régimen Electoral General) como norma supletoria si no tenemos ley propia, lo que significa que seguimos la misma normativa que rige las elecciones a las Cortes españolas. Un ejemplo de lo que esto significa es precisamente la recogida de firmas para poder presentarse a estas elecciones catalanas. Desde este punto de vista, y en previsión de lo que puede pasar después de las elecciones del domingo, los partidos deberían hacer un esfuerzo para elaborar una ley necesaria por dos motivos: no podemos abordar una parte esencial de nuestra historia sin tener regulado cómo se debe votar y cómo se debe poder votar. Puestos a tener dudas, ¿qué prefieren en caso de referendo de autodeterminación, estar regulados por la norma española y que el voto por correo lo controlen embajadas y consulados, y las respectivas oficinas de Correos, o que los residentes en el extranjero puedan votar por internet? Y esto es solo un pequeño ejemplo de lo que puede y lo que debería representar la ley electoral.

Y el segundo motivo es también muy claro. De las diferentes encuestas de los últimos meses, hay una conclusión clara: el pueblo de Catalunya quiere decidir su futuro, y lo quiere hacer a través del voto. Y también quiere más calidad en esta democracia que tenemos que construir en un futuro muy inmediato. Y una ley electoral hecha con perspectiva de futuro sin duda que ahora ayudaría, como también ayudaría todas las leyes que pueden incrementar la calidad de nuestra democracia, ley de partidos que incluya la regulación de su financiación, ley de transparencia, ley de consultas. Al fin y al cabo, todas estas leyes son estructuras básicas de Estado. Quizá por eso, hasta ahora, o no las hemos sabido hacer, o no nos han dejado. Expresidente del Parlament.