Gente corriente

Francesc Bailón: «Lo primero que vi fue a un inuit en trineo hablando por el móvil»

Ha estado en Groenlandia cazando focas y pescando halibuts. Sabe hacer iglús. Es guía en el Ártico porque allí está su pasión.

«Lo primero que vi fue a un inuit en trineo hablando por el móvil»_MEDIA_2

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MAURICIO BERNAL

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-Guía cultural de viajes al Ártico.

-En efecto.

-Miembro de la asociación de constructores de iglús de Catalunya.

-Ajá.

-Y antropólogo especializado en la cultura de los inuit.

-Exacto.

-Todo muy frío. Mucho hielo. ¿Cómo llegó hasta aquí?

-Pues llegué hasta aquí porque siempre tuve claro que quería estudiar antropología, y que quería ser antropólogo de campo, y estudiar una cultura, y convivir con ella, y describirla.

-¿Y por qué los inuit? ¿Por qué no... yo qué sé: los navajos?

-Mire: al acabar la carrera viajé mucho. Fui a Centroamérica, a Asia, a EEUU. Buscaba ese pueblo que iba a estudiar, al que iba a dedicar mi esfuerzo. Hasta que un día cayó en mis manos un libro sobre los inuit, y allí leí cosas como que tenían la costumbre de solucionar sus conflictos improvisando poemas y canciones. Y pensé: un pueblo que no recurre a la violencia física, sino lingüística, para solucionar sus asuntos, debe de ser un pueblo con una gran cultura.

-La chispa. Esa fue la chispa.

-Sí… Y fue algo que vino a juntarse con cierta debilidad que yo había cultivado de niño por todo ese tema, los esquimales, los trineos, los osos polares… Todo ese mundo me gustaba mucho, y había leído muchas cosas, libros de la exploración de los polos. Nada del otro mundo, en todo caso. Lo hacían casi todos los niños.

-Se acuerda de su primer viaje, supongo.

-Mi primer viaje no fue exactamente al Ártico. Fue a Canadá, a documentarme, en el 99. En el 2001 fui a Laponia, a prepararme, y en el 2002, finalmente, hice mi primer viaje de convivencia. ¿Y sabe qué? En cinco minutos, solo cinco minutos de estancia allí, aprendí más de lo que había leído en los libros. ¿Sabe cuál fue una de las primeras imágenes que vi? Un cazador inuit conduciendo un trineo y hablando por el móvil.

-Una pregunta: ¿de dónde sacaba el dinero? Esos viajes son caros.

-Son caros, pero piense que yo no iba en plan turista, ni me quedaba en hoteles, y los billetes los cogía con mucha, mucha antelación. Y además yo tenía un trabajo, de administrativo, y ahorraba mucho y todo lo gastaba básicamente en esos viajes.

-¿Cuántas veces ha vuelto desde entonces?

-En total he hecho 15 expediciones, pero el gran viaje lo hice en el 2004. Mi gran sueño era llegar al norte de Groenlandia, al pueblo más septentrional del mundo. Gasté todos mis ahorros, pero hice lo que quería hacer: vivir con ellos. Fui a cazar focas, a pescar halibuts, etcétera. Un viaje fantástico, el viaje de mi vida. Y el que me inspiró el libro, por cierto.

SEnDLos poetas del Ártico, ¿no?

-El primer libro acerca de los inuit escrito por un antropólogo español.

-¿Cuándo se convierte en guía?

-Justo después de ese viaje. Salió la posibilidad de trabajar como guía y me di cuenta de que si quería volver al Ártico tenía que aprovecharla. Así que todas las veces que he ido desde el 2006 lo he hecho así, como guía.

-Pero siempre en vacaciones, ¿no? Quiero decir, sigue con su trabajo.

-Ahora no. No porque desde el 2004 empecé a dar conferencias y charlas, y en estos años he pasado de nada a bastante en actividades relacionadas con los inuit, con Groenlandia, con el Ártico. Ahora, por ejemplo, soy asesor del Teatre Nacional de Catalunya en una obra sobre Groenlandia. Incluso me hice socio de la asociación de iglús. La Associació de Constructors d'Iglús de Catalunya.

-Ah. Claro. Lo aprendió allá, ¿no?

-Qué va. Una de las muchas ideas falsas sobre los inuit es que vivían en iglús. Pero ni vivían ni viven. Antes vivían más en casas de piedra que en iglús, y ahora la mayor parte viven en casas prefabricadas. ¡Soy yo el que les enseña a ellos cómo se hacen!

-Entiendo. Volvamos a su trabajo.

-Pues eso. Mentalmente me fui apartando poco a poco de la vida de administrativo y metiéndome más en lo otro, hasta que un día dije: 'Basta'. Y dejé el trabajo. Hace dos años, en plena crisis. Pero no podía más. Quería dedicarme a mi pasión. Y no hay día, se lo garantizo, no hay día en que no me levante agradecido conmigo mismo por haberlo hecho.