Gente corriente

«Si estoy triste, las matemáticas me levantan el ánimo»

El 'quijote' del circo. El veterano payaso sale hoy de la pista para dar una conferencia sobre matemáticas.

«Si estoy triste, las matemáticas me levantan el ánimo»_MEDIA_3

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GEMMA TRAMULLAS

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En este hombre de mirada transparente y bondadosa convergen la verdad absoluta de las matemáticas y el arte efímero del circo itinerante. En su caravana-biblioteca del Circ Raluy acumula libros de matemáticas, física y astronomía, además de varias ediciones de Don Quijote, un personaje con el que se identifica. Hoy, a las 19.00 horas, presenta en la biblioteca central de Igualada (donde nació la matriarca de los Raluy) el resultado de sus investigaciones con los números primos. 

-Para los que nos perdimos la clase de los números primos...

-Son aquellos números que solo se pueden dividir entre 1 y entre ellos mismos. Si le digo que complete esta serie: 2, 4, 6, 8...

-10.

-En cambio, si le digo: 2, 3, 5, 7, 11, 13,  17... No se ha descubierto una secuencia, una regla fija, en el orden de los números primos. Es un problema que ocupa a los  matemáticos desde hace 25 siglos.

-¿Cree haber dado con la solución?

-Creo tener la fórmula que genera los números primos al infinito. Lo intentaré demostrar en la conferencia, que también incluirá una solución a la conjetura de Goldbach.

-Muchos lo han intentado antes que usted. ¿Y si ha errado los cálculos?

-Es una posibilidad. Si me equivoco, reconoceré mi error.

-¿Debutó antes con el circo o con las matemáticas?

-Debuté como payaso y acróbata a los 16 años. Viajábamos por Europa en un autobús al que le habíamos sacado los asientos y en invierno volvíamos al barrio de La Catalana, en Sant Adrià, donde vivían mis abuelos. Allí iba a una escuela en la que niños y niñas estudiábamos separados. Un día, un niño le dijo a la maestra: «Señorita, ¿por qué las niñas estudian la regla de tres y nosotros no?» Aquel día cogí un libro de aritmética y encontré todas las reglas de tres que se pueda imaginar: compuesta, directa, inversa... Lo leí una vez y resolví todos los problemas.

-Si estaba casi siempre de gira, ¿cómo seguía los estudios?

-Mi madre ha sido una mujer muy inteligente y nos enseñaba de todo: matemáticas, dibujo... Ella y mi padre insistían en que estudiáramos y por eso también íbamos a la escuela allí donde paraba el circo. Estudié un año en Alemania, seis en Inglaterra -donde mi padre hacía el número del doble cañón y el triple salto mortal con automóvil- y seis en Italia. Cuando hicimos gira por Oriente y África fui durante mes y medio a clases de matemáticas en la universidad de Kampala (Uganda). Cuando tenía dudas con algún cálculo iba a consultar a la universidad de la ciudad donde estuviera el circo.

-Pero, ¿qué les decía? ¿Que era del circo y tenía una duda matemática?

-¡Sí! Y me acogían con simpatía. También me aceptaron ponencias sobre un libro que escribí, Ingeniosa teoría del espacio y el tiempo, en dos congresos mundiales sobre física y relatividad. El último fue en el 2001, en Durban, Sudáfrica. Estaba con el circo en la Isla de la Reunión y tuve que coger varios aviones para leer una ponencia de 15 minutos.

-¿Qué le fascina de los números?

-Todo. Las matemáticas son mi consuelo.

-¿De qué necesita consolarse?

-Cuando estoy triste, estudio matemáticas y me levanta la moral.

-¿Y cuándo estudia? ¿Después de la función?

-De noche. Me voy a dormir de tres a cuatro de la madrugada, para que  no me moleste nadie. Practico diferenciales, integrales, integrales múltiples, progresiones, combinaciones... Además de un consuelo, es como un deporte. Incluso he ideado una teoría para ganar un dineral con la lotería primitiva.

-Pues, o no le ha funcionado o disimula muy bien.

-Es una teoría basada en la estadística. Funciona, pero implica hacer una gran inversión de dinero y solo está al alcance de los potentados.

-¿Podría encontrar una fórmula para ganar siempre en la bolsa?

-Esa fórmula ya está inventada: para ganar mucho dinero organizan una guerra donde haga falta sin importar a cuántas personas matan.

-Cuánta razón tiene. ¿Y piensa seguir hasta el último día de su vida actuando en el circo?

-Acabo de cumplir 70 años y es ahora cuando empiezo a plantearme este tipo de preguntas. Si vivo tanto como mi padre, ya me doy por satisfecho. Él fumaba como un carretero y murió a los 73. Yo no fumo, pero tengo párkinson (sonríe).