Pequeño observatorio

La suerte no está dictada

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Escribo estas líneas el domingo por la noche, día 13 de noviembre. No he sido víctima -al menos hasta el momento- de ninguna desgracia. Eso sí, el día ha sido feo, sistemáticamente gris, y en algunos momentos ha llovido con fuerza. La desgracia se me presentó el días antes, sábado, cuando, yendo en coche, oí un ruido que se repetía, insistente; se me había dañado el tubo de escape. Pero eso ocurrió el día 12, un número que no tiene nada de malo. Al contrario. «Les dotze van tocant...», dice una alegre canción popular catalana para celebrar el nacimiento de Jesús.En un ámbito más terrenal, el 12 es un número que ha demostrado siempre tener la vocación de ser útil. No sé ni cuándo ni por qué se inventó la docena como norma de cálculo cotidiano: una docena de huevos, las 12 en punto, o cuando una mujer mira la caja de tomates y pide media docena.

Al 13, pobre, le ha tocado hacer un papel incómodo. Es posible que algún participante de una cena diga: «¿Os habéis dado cuenta de que somos 13?». ¿Es una reminiscencia de la última cena, que acogió a 12 apóstoles y aJesús? Entre aquellos 13 hubo un traidor... La creencia popular de que el número 13 trae una desgracia ha estado muy presente, y aun hoy en día hay personas mayores que tienen en cuenta esa cifra,por ejemplo, al no aceptar un décimo de la lotería que acabe en 13.

Durante mucho tiempo las generaciones han transmitido una serie de supersticiones, como ver un gato negro. Y esto se compensa creyendo que da suerte encontrar un trébol de cuatro hojas. El mundo rural es el lugar de nacimiento de creencias mágicas, pero la gente de los pueblos emigró a las ciudades y las supersticiones quedaron arrinconadas. La suerte y la desgracia ya no la dicta un moscardón rubio o un gato negro. La suerte y la desgracia suelen atribuirse a hechos racionales, como el coche que inesperadamente invade nuestro carril o el aprobado que logramos porque el maestro nos preguntó lo que mejor sabíamos. En las agendas no subrayamos, por precaución, el día 13, aunque lo peor que nos haya pasado haya coincidido con un 9, un 21, un 30...

Cuando empezaba la Nova Cançó, me vinieron a ver unos chicos vascos,LaboayLertxundi, que querían iniciar un movimiento similar en su tierra, pero no encontraban nombre para el grupo. Me dijeron tres, para que opinara. No tuve dudas: Ez Dok Amairu. Significano hay 13. Es decir, la fatalidad no existe. Ánimo, hagan lo que tengan que hacer.