El turno

Un Senado azul e inútil

JAUME BADIA

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Bajo un cielo cada vez más gris y amenazante en toda Europa, el próximo domingo emergerá la España de un azul tan extenso como inquietante. Una marea popular de proporciones inauditas inundará el Congreso de los Diputados. Y también el Senado, que es el único órgano legislativo donde podemos elegir candidatos en listas abiertas. Ya tiene narices que sea precisamente el Senado, porque si los ciudadanos no saben muy bien qué hacen los diputados, pero se lo imaginan, de los senadores no saben ni se lo imaginan. La mayoría desconoce que hay más de 250 senadores, cuya actividad y retribuciones cuestan más de 50 millones cada año. Y no lo saben porque los dos partidos españoles mayoritarios no han querido que el Senado se convirtiera en reflejo institucional de la evolución federal de España. Hace más de 20 años que debería ser la voz de la realidad plurinacional de un Estado compuesto como el nuestro. Los bienintencionados que han intentado reformarlo han topado siempre con un rancio muro decimonónico. ¿Qué podemos esperar de un Senado que aún elige cuatro representantes por provincia y solo el 25% de sus miembros sale de los parlamentos autonómicos? Que aún no admite que se hablen con naturalidad las lenguas de la vieja Sepharad. Que no tiene primacía legislativa sobre nada. ¿Podemos esperar que cambie con la marea azul? No. Nada cambiará porque el PP y el PSOE se reparten el pastel y les da pánico reconocer que la España del 2011 es mucho más compleja que la de 1979. Si es cierto, como diceJohn Gray,que «la política es el arte de idear remedios temporales para males recurrentes», deberíamos eliminar definitivamente este mal recurrente. La pervivencia de un Senado inútil es una muestra más de la impotencia y la corrosión del sistema político español.