El debate y la Assemblea

Enric Sala

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Las ironías del calendario, la historia y la política de este mes de noviembre no se agotan con la de que las elecciones se van a celebrar un día que es el aniversario de la muerte de Franco (y de la del también fascista José Antonio Primo de Rivera y la del anarquista Buenaventura Durruti). Hoy, cuando el cara a cara Rubalcaba-Rajoy significará probablemente el momento culminante de la campaña pese a que aún quedarán 10 días de tunda, se cumplen 40 años de la constitución de la Assemblea de Catalunya. A muchos ciudadanos jóvenes este nombre no les dirá nada o les sonará vagamente. Por eso no está de más recordar que bajo esa denominación se agruparon, el 7 de noviembre de 1971, la mayor parte de los partidos catalanes (entonces ilegales y clandestinos) con un objetivo común: derrotar al franquismo. La declaración programática de la Assemblea se resumía en una trilogía (libertad, amnistía y Estatut de autonomía) que luego fue el eslógan de la primera fase de la transición. Un mensaje claro suscrito por un abanico que iba desde los democristianos de UDC a la izquierda más 'arrauxada'.

Franco, ya lo sabemos, murió tranquilamente (es un decir) cuatro años después, y el franquismo no fue desmontado fácilmente. Pero nadie puede negar hoy que la Assemblea de Catalunya fue una iniciativa enormemente positiva en el camino hacia las libertades en el conjunto de España. Su base inicial de adhesiones políticas se ensanchó con la de entidades, colegios profesionales y asociaciones de todo tipo, precisamente porque su programa de mínimos lo avalaban partidos de todas las ideologías. Remaron todos en la misma dirección para ganar la democracia. Y sin duda ese precedente favoreció en 1977, celebradas ya las primeras elecciones democráticas, los Pactos de la Moncloa.

Hoy estamos en una fase crítica similar. No, por fortuna, en lo que respecta a la libertad, pero sí en lo tocante a la situación económica. Y como hay consenso en que ningún partido podrá cambiar de la noche a la mañana --y menos en solitario-- el gravísimo cuadro financiero, laboral y social que nos aflige, la unión de fuerzas parece absolutamente indispensable. Cuesta imaginar un Gobierno de coalición de PP y PSOE que cuente también con el apoyo de otros partidos y de las fuerzas económicas y sociales reales, pero en algo parecido a eso habrá que ir pensando si queremos enderezar el peligroso rumbo que llevan las cosas. No es fácil, porque los intereses que integran el fondo de la crisis son muy contrapuestos. Pero que no sea fácil no quiere decir que sea imposible ni que sea menos necesario.

Hoy, Rubalcaba y Rajoy mantendrán un debate ante millones de espectadores. Exactamente 40 años antes, unas 300 personas se reunieron casi en las catacumbas (en la iglesia de Sant Agustí, en el Raval barcelonés) para fundar la Assemblea de Catalunya. Las cosas, ciertamente, han cambiado, pero el azar del calendario nos recuerda que deberíamos aprender mejor las lecciones de la historia. En estas semanas nos estamos jugando el futuro y, como en 1971, la unión de esfuerzos sería una prueba de inteligencia y sensatez. ¿Estarán nuestros políticos a la altura?