El turno

'Polònia', cómics y títeres

JAUME BADIA

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Ya ha vuelto a empezar la rueda de apariciones de los cabezas de cartel en las elecciones del 20-N en elPolònia,de TV-3. Hace 15 días, vimos alJorge Fernández Díaz real enfrentarse a la parodia deRajoy,y la semana pasada, al auténticoDuran,en controversia por el mensaje final del programa con elguapo que imita alpresident Mas. El equipo deToni Soleres tan fino que esta temporada los políticos reales aparecen enfrentados, no a sus dobles, sino a los supuestos líderes máximos de sus partidos y coaliciones. Hace tiempo que le doy vueltas y no consigo identificar ninguna razón lo suficientemente sólida para justificar que los políticos se presten a este juego. ¿Creen, de verdad, que así acercan la política a la ciudadanía? ¿Que la hacen más próxima, más humana, más respetable? ¿No se dan cuenta de que ellos (y el prestigio de la política) son los que más pierden? ¿Que siempre será más entrañable su doble que ellos mismos? ¿No saben que, haciendo el juego al guión delPolònia, corren el riesgo de que los ciudadanos piensen que la parodia que presenta a la clase política como infantil, vanidosa, border-line,superficial, cargada de prejuicios, envidias y fanatismos dogmáticos, es más realista de lo que parece? ¿Tan desesperados están por conseguir legitimación que aceptan el precio de aparecer haciendo el ridículo en un sketch en el que lanormalidadla marcan sus dobles? ¿Es por la extraordinaria cuota de pantalla que tiene el programa por lo que no pueden resistir la tentación? ¿O es la presión de los asesores de comunicación? ¿Es que ninguno de ellos o ellas se atreve a ser el primero en plantarse y reivindicar para la política espacios diferenciados de la parodia, por respeto a su trabajo, a sí mismos, e incluso por respeto alPolònia?Se equivocan si creen que, aparte del ridículo, hacen algo para rescatar el prestigio de la política y de los políticos.