Opinión | Editorial

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Las costuras de la UE

La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.

La Unión Europea mantiene hoy dos reuniones, continuación de las del pasado fin de semana, en las que los jefes de Gobierno de los 17 países del euro, por un lado, y los representantes de los 27 de la Unión, por otro, han de tomar decisiones importantes sobre tres grandes capítulos. El primero es el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), su dotación y funciones; el segundo es la reestructuración de la deuda griega; y el último, la recapitalización de la banca.

Cada uno de ellos tiene una extrema complejidad, tanto técnica como política. El paso adelante que ha dado Angela Merkel al definir a grandes rasgos cómo será el fondo en el futuro supone un gran progreso porque consiste en triplicar, como mínimo, los recursos de que dispondrá. No se conocen muchos detalles, pero algunos serán revelados esta mañana por Merkel a los parlamentarios alemanes, a los que tratará de convencer de las ventajas que supone para Alemania, el país que aportará más recursos. La cancillera ha tomado definitivamente las riendas puertas adentro de su país y puertas afuera. Por eso el sábado recetó a España nuevos esfuerzos y el domingo apuntó exigencias concretas a Italia, lo que ha abierto la caja de los truenos en la tercera economía de Europa, gobernada por una coalición de difícil equilibrio. Cada vez que la UE da un nuevo paso, y los acuerdos que previsiblemente se adoptarán hoy lo son, se descose alguna de sus costuras. La de ahora es Italia, con una deuda pública equivalente al 120% de su PIB y un Gobierno remiso a las medidas que se imponen desde Bruselas y Berlín.

España saldrá beneficiada si los recursos del fondo se emplean para avalar las emisiones de deuda que lo necesiten; incluso aunque no lo precisen, bajarán de precio. Una quita del 50% o el 60% de la deuda griega también restará tensión, sobre todo si, como se dice, el fondo puede adquirir bonos de países intervenidos en el mercado secundario para sostener el valor. No hay ninguna razón para que la deuda española sufra quita alguna, como tampoco la hay para que las exigencias de capital a los bancos no sean equitativas con los españoles. El Gobierno debe emplearse a fondo para vetar cualquier trato discriminatorio, que tendría repercusiones en la liquidez y la concesión de créditos.