El turno

Desde dentro o desde fuera

JAUME BADIA

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Todo lo que puede ser potencialmente global, más pronto que tarde termina siéndolo. También las movilizaciones de los indignados, como se vio el sábado, aunque, de momento, la globalización solo abarque el viejo primer mundo. La indignación multifocal que entró en erupción hace siete meses tiene cuerda para rato.

En esencia, este magma heterogéneo que dice ¡basta! se canaliza en dos grandes corrientes: una crítica contundente al funcionamiento de la democracia y una crítica rotunda al capitalismo financiero y especulativo. Y los recortes del Estado del bienestar que van y vienen de una corriente a otra. En relación con la primera, las movilizaciones saben que hay que trabajar desde dentro: forzando cambios en la ley electoral, exigiendo un rendimiento de cuentas más riguroso, limitando mandatos, inhabilitando a los gestores públicos nefastos. Promoviendo ILP, constituyendo agrupaciones de electores, forzando las cúpulas de los partidos desde las bases, usando a fondo los mecanismos de participación. Actuando democráticamente para que la democracia mejore, porque, si crece la distancia entre ciudadanía e instituciones democráticas, los gobernantes acabarán perdiendo legitimidad, pero no el poder. La alternativa a una democracia de mala calidad solo puede ser una de mayor calidad. Y no podemos construir desde fuera esta mejora cualitativa y aplicarla cuando esté a punto, sino en las asociaciones, los consejos de distrito, los ayuntamientos, los gobiernos nacionales, en España, en la UE.

Tampoco cambiaremos el comportamiento de los tiburones financieros haciéndonos banqueros, pero quizá podemos hacerlo si construimos unas instituciones políticas más democráticas que cuenten con un apoyo exigente de la ciudadanía. La política debe volver a mandar sobre la economía.