El turno

Un país que no lee

MARTÍ Gironell

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No estoy de acuerdo con la frase del título, que hemos oído miles de veces. Y no estoy de acuerdo porque no es verdad. En nuestro país se ha hecho un esfuerzo en los últimos años para diseñar planes de fomento de la lectura. Y han funcionado. La respuesta ha sido abrumadora. La lectura quizá sí que es un acto solitario, como decíaGustave Flaubert, pero en nuestro país cada vez más es un acto que se hace en compañía, compartido.

Y buena prueba de ello son los clubs de lectura. En Catalunya hay más de 400 repartidos por todo el territorio. Se convierten en un espacio de encuentro, de conversación y diálogo, de reflexión, de diversión, y todo a partir de un libro. Se crean nuevos lectores y se evita que otros dejen de serlo. Incluso les anima a dar el paso y convertirse en escritores, aunque sea de sus memorias. Solo por este ejercicio ya merecen la pena estos encuentros que se celebran en unas bibliotecas, auténticos templos de la lectura, que se han modernizado y han permitido que la cultura y los libros sean más accesibles a todo el mundo.

He tenido la suerte de ir a un buen número de clubs y les aseguro que se aprende mucho de qué quieren y qué buscan los lectores. Pero si hay una ciudad que puede presumir de ser La Ciudad de los Clubs de Lectura, esta es El Prat de Llobregat. Tiene, se dice pronto, 20 clubs de lectura diferentes, ¡más de 300 personas atrapadas por la literatura! Hay para todos los gustos. De literatura infantil, de novela histórica, de novela negra, de literatura y gastronomía, de novela hispanoamericana, de novelas en inglés, para nuevos hablantes en catalán, para personas mayores, de libros de crecimiento personal... Hay dónde elegir. Como decíaJoseph Conrad, el autor escribe la mitad del libro y el lector debe ocuparse de la otra mitad.