El turno

El agobio de ser referente

BEGOÑA DEL PUEYO

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Pep Guardiolase merece un respiro. Nos hemos rendido a sus pies por ser como es, pero no hay nada más peligroso que encumbrar a quien se resiste a ser un modelo. «Si el elogio debilita, estoy fundido», confesaba el homenajeado, ante los apabullantes discursos, durante la entrega de su merecida Medalla de Honor del Parlament. Le queremos por lo que es, pero no le dejamos disfrutar de lo que mejor sabe hacer: liderar un equipo de fútbol. Su proyección va más allá de los méritos deportivos, pero no sería un referente social sin los triunfos del Barça.

Francamente, no me gustaría estar en sus zapatos cuando se levanta por la mañana, con la presión de saberse observado constantemente; cada gesto, cada palabra que pronuncia, muy a su pesar, adquiere un alto significado y lo que hoy es admiración mañana se puede tornar en reproche.

Los referentes pueden actuar como una bomba de espoleta retardada. Por eso los técnicos en prevención que trabajan con adolescentes hace tiempo que huyen de los modelos polarizados en personajes públicos con los que identificar valores. Es injusto que pretendamos que quien destaca como músico, deportista o actor, sea un ejemplo de conducta intachable.

Andamos tan escasos de personajes íntegros que sobreexponemos a los que elegimos como iconos. Pese a lo dicho, me arriesgo a abusar un poco deGuardiolasi eso permite reivindicar conceptos tan denostados como «buena persona», que en él suena como un grandioso elogio pero que en los últimos tiempos se ha empleado más como un condescendiente modo de tratar a los que carecen de ambición. Los miles de buenas personas, honestos y trabajadores maestros y maestras que comienzan el curso en pie de guerra me temo que no van a estar suficientemente motivados para empezar por esa lección.