El turno

El ocaso de las bolsas de plástico

GABRIEL PERNAU

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Mi amigo está enfadado por las bolsas del súper. El otro día se quejaba de que en el Condis o en el Caprabo no las regalan desde hace meses. Ahora, si las quieres, debes pagarlas. De esta manera, algunos hacen un negocio redondo, aseguraba malhumorado. Las cadenas de distribución ya no solo se ahorran la bolsa para que los clientes puedan llevarse la compra a casa, sino que ahora ingresan un dinero extra. Quien quiere una debe pagarla aparte, y los que, como él mismo, las usaban para tirar la basura, ahora tienen que pasar por caja de forma obligada y comprar un paquete de contenedores plásticos específicamente diseñados para esta sanitaria función .

Ya ven. Mi amigo, que además de ser un poco tacaño tiene una mentalidad hiperracional, sostiene que los súper han hecho una jugada maestra. «¿Y el medioambiente?», le pregunté. «Es lo mismo», respondió convencido. En su casa, todas las bolsas que entraban se reciclaban. Las que no se ponían en el cubo de la basura servían para guardar el bocadillo o los zapatos sucios de los niños.

Está claro que no todo el mundo tiene la mentalidad ahorradora de mi amigo. Una información deCristina Buesapublicada ayer en este diario revela que en el 2007 entraron en cada hogar 911 bolsas de plástico de un solo uso. Dicho con otras palabras: en un año los catalanes consumíamos 2.354 millones de bolsas, o, lo que es lo mismo, casi una bolsa por persona y día. La noticia positiva es que en solo cuatro años hemos reducido el consumo entre un 50% y un 80%. En esta reducción ha tenido que ver, según los expertos, la conciencia ambiental de la gente, pero también la crisis. Celebrémoslo. La crisis, que lo explica todo, también nos librará de los pequeños y frágiles contenedores plásticos que nos daba la cajera del súper con su simpatía habitual.