El epílogo

Burbujas intelectuales

ALBERT SÁEZ

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La posibilidad de modificar la Constitución sin convocar un referendo es ciertamente una de las anomalías democráticas del sistema político español arañado a los restos de la dictadura durante la transición. Lo curioso es que nadie -ni políticos ni periodistas ni académicos- lo hubiera cuestionado hasta el martes. Según un interesante informe deDavid Álvarez(www.cronicasmallorca.com), los 83 diputados que tienen cuenta en Twitter han recibido desde entonces aproximadamente más de 28.000 mensajes con la palabra referendo (exactamentereferéndum, porque allí no rige la academia). Una semana normal de julio, recibieron 2.453 tuiteos. Y para que entendamos la magnitud del fenómeno, en el improbable caso de que los mensajes pidiendo un referendo fueran de usuarios únicos distintos, significarían el 1% del total de cuentas de Twitter en España.

Sea como fuere, el clamor 2.0 a favor del referendo ha creado una burbuja intelectual entre los diputados socialistas, entre otras razones porque una tercera parte de este grupo parlamentario tiene cuenta en Twitter. Una burbuja que en los diarios que leen 15 millones de personas cada día ha desplazado otros debates posibles en torno a la medida de control constitucional del déficit propuesta porZapateroel martes.

Debates silenciados

Por ejemplo: ¿será más libreRajoy de los dictados deMerkel si se plegó a su voluntad un año antes y sin estar en el Gobierno? ¿En qué párrafo de los escritos deKeynesse dice que hay que hacer déficit en periodos de expansión y crecimiento económico como hizo el PP deAznar? ¿Sería necesario limitar en la Constitución el déficit si la CAM, gobernada por el PP, no dejara de pagar la deuda que emitió?

Pero lo más interesante sería discutir por qué razón esta medida favorece supuestamente a los mercados. Si se lleva adelante y se cumple, los maléficos mercados están perdiendo un negocio de como mínimo 25.000 millones de euros anuales de intereses con el capital asegurado. Igual si no sacan tajada prestando al Estado, se deciden a volver a dar crédito a los privados.