La rueda

Diseño contra extravagancia

RAMON Folch

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Nueve de cada diez sillones son incómodos. No exagero, constato. Hagan la prueba en cualquier tienda de muebles, en especial si es moderna yenrollada.Tal vez no acabe de parecérselo porque nos hemos ido acostumbrando a la incomodidad. Pero si llegan a dar con un sillón realmente ergonómico y confortable, exclamarán: ¡caramba! Redescubrirán el placer de sentarse cómodamente, como en la mayoría de las sillas de antes, fuesen de enea, tapizadas o de pura madera.

El diseño es el arte de hacer bella la función. Soy un ferviente entusiasta de ello. Es el caso de las vinagreras Marquina, el primer Premio Delta de Oro (1961). Son esos dos conos contrapuestos, sin asa y con un tapón curvado por gollete. No gotean jamás y hermosean la mesa. Por eso han sido plagiadas por doquier. Están en las antípodas de la casa, las oficinas y los objetos deMon oncle(1958) o dePlay time(1967), las geniales y anticipatorias películas sarcásticas de Jacques Tatique satirizaban el entonces aún incipiente diseño industrial puramente manierista, falto de buen gusto y reñido con la funcionalidad.

Tatise arruinó por el fracaso comercial dePlay time. Los frívolos diseñadores que, con razón, ridiculizaba en el filme sobrevivieron y proliferaron. Es un misterio, relacionado seguramente con el desorientado momento que vive la agónica sociedad tardoindustrial, incapaz de discernir, carente de referentes serios y valores acreditados. Y si solo fuesen los sillones… Peor es el caso de la arquitectura secuestrada por la extravagancia o de la cocina onírica que pondera las excelencias del viento sin buñuelos.

Precisamos como nunca del buen diseño arquitectónico e industrial, que a estas alturas ha de estar doblado, además, de ecodiseño. La complejidad de las nuevas funciones lo hace especialmente necesario. Cuenta con excelentes profesionales. Por eso denunciar a embaucadores y farsantes es una obligación moral. Aunque esté mal visto (por quién?).