El turno

Teoría y práctica del viaje

TONI MOLLÀ

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Alain de Bottonexplica enEl arte de viajar. Cómo ser más feliz viajandoque lo peor de cualquier viaje es que también llevamos la mochila de nuestras frustraciones y ansiedades. La sabia redundancia del escritor francés no esconde, sin embargo, que el desplazamiento físico nos permite al mismo tiempo tomar distancia incluso de nosotros mismos. He estado de nuevo en Viena. ¡Cómo he cambiado!, dice el aforismo deStanislaw Jerzy Lec.Los más sabios de los viajeros se desplazan a pie, como el maestroJosep Maria Espinàs,que conoce al dedillo la península Ibérica con la única muleta del estilo heredado deJosep Pla. Su viajar infinito, como el deClaudio Magris,tiene una escala dibujada en el paso, y su práctica impone la mirada amable del testigo ocasional. Por su parte, el ferrocarril es quizá el último medio de los militantes de la lentitud panorámica y de la melancolía literaria. Quizá por eso, el libro -un icono, como el mismo tren, delslow life- es el mejor compañero de los viajeros ilustrados.

Paul Therouxes un obispo reverenciado de este santoral mecanizado, pero antitaquicárdico. Mi admirado compañero de columnaXavier Moretse añadió a la cofradía laica y ferroviaria conEuropa Ex-press, un producto quizá demasiado casto y contenido, ¡aunque vete a saber cómo tenemos el gremio! Finalmente, el viaje incómodo, aventurero o exótico -como gran parte de las aclamadas obras dePatrick Leigh Fermor- me interesa solo en su expresión literaria, saboreada a la sombra fresca y quieta de una morera. Como consumidor vicario, dijéramos, ajeno al placer supuesto del hallazgo de lo imprevisto. Si bien lo pienso, el viajero pausado y el lector más o menos sedentario no son sino paseantes en busca de ese instante irrepetible que les permite imaginar -en la distancia cierta o solo en la imaginada- que pueden ser (también) otros.