El turno

Dignidad nacional, indignación social

JAUNE BADIA

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En una sociedad instalada en la complacencia, la indiferencia se impone de manera imperceptible mientras sopla el viento del bienestar material. La gente va llenando los depósitos de cualquier combustible necesario para el consumo y solo quiere que no la agobien. Pero cuando los vientos son de tormenta, la indiferencia deriva en indignación y crece el malestar. El desprestigio del sistema político que ha provocado desde hace unos años la espiral tóxica de la política espectáculo y la tiranía de los medios tiene mucho que ver. También la obsesión por la inmediatez nos ha convertido en muy impacientes e intolerantes a la adversidad.

Una gran nube de indignación nacional cubría Catalunya hace un año y medio. En noviembre del 2009, un editorial conjunto de los diarios hablaba en nombre de la dignidad de Catalunya expresando el malestar de la sociedad catalana después de años de progresiva desafección hacia España. La campaña del PP contra el Estatut tenía mucho que ver. El 10-J del 2010, la gran manifestación postsentencia del Constitucional elevaba el tono de la indignación colectiva y preludiaba la derrota de la coalición gobernante en Catalunya del 2003 al 2010 (derrota confirmada estrepitosamente en noviembre y certificada en las municipales de mayo). En aquel clamor masivo de hace un año, aparentemente cabíamos todos... Todos menos el PP y sus corifeos, porque ellos habían originado la nube tóxica de animadversión que hería nuestra dignidad nacional. Pero una vez recuperado el poder por parte de CiU, esa indignación nacional de hace un año parece que ya no lleva a excluir a nadie. Ahora hay indignación social, y para afrontarla nuestros gobernantes encogerán el dedo acusador contra quienes tanto nos humillaron hace cuatro días. Será aquello tan catalán de hacer de la necesidad virtud.