Pequeños detalles

De la necesidad, virtud

JOSEP CUNÍ

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Pasó el terremoto electoral y sus resultados tienen efecto de tsunami. Seis días después asolan ideales y provocan convulsiones, alteran tácticas y cuestionan estrategias. De interpretaciones y lecturas interesadas hay muchas y el enfoque de la mayoría ofrece imágenes borrosas. Cada cual es libre de hacerse trampas al solitario, pero no lo es de pretender que nos creamos que ha jugado limpio. Por eso, las dos consideraciones que siguen pueden ser tan válidas o innecesarias como el resto. En cualquier caso, no pretenden ser ni triviales ni el resultado de una frivolidad. Ahí van.

1.Todo gesto, acción, consigna o trama contra algo o alguien no solo ha sido baladí, sino que ha provocado el efecto contrario. Desde el supuesto aislacionismo a Plataforma per Catalunya del anterior gobierno municipal de Vic hasta la acción político-judicial para frenar a Bildu. Quizá por eso ni el empeño personal deVila d'Abadalde comprometerse a queAngladano aumentaría su número de concejales, que lo superó, ni la decisión del Supremo basada en las pruebas de las fuerzas de seguridad del Estado han conseguido sus objetivos. En medio, el mantra de la izquierda catalana contra CiU porque llevaría sus recortes a los ayuntamientos o la obsesiva y rediviva campaña del miedo a la derecha de un PSOE reincidente. Hay otros muchos ejemplos, Badalona acaso, pero casi todos concluyen que el arremetido ha sido visto o como víctima o como un desvío de la atención porque ni se le contraponía una acción concreta que neutralizara a la atacada ni se le presentaba una alternativa clara con la que poder contrastarlo. Además de discursos recurrentes y falta total de imaginación. Oído cocina: las campañas en negativo pueden haber perdido su eficacia.

2. En Catalunya, el vuelco socialista a favor de la hegemonía nacionalista en unos comicios que solían presentarse como el equilibrio de la balanza al resultado en el Parlament pone en manos de CiU un poder desconocido. Tanto, que estos días no se cortan y admiten que no saben cómo enfrentarse a tamaña responsabilidad. Aparece, pues, la gran oportunidad deArtur Mas: reestructurar el país de acuerdo a las necesidades y exigencias del momento y superando los excesos pasados. Imperativo de reducir gastos acumulados por la multiplicidad de administraciones y servicios que se habían constituido tanto en poder propio como en contrapoder al que había en la plaza de Sant Jaume. Primero por ostentación, los unos, y después para refugio, los otros. Pocas veces fruto de una necesidad real. Organismos que han sido muy competentes en sus cometidos, pero que la crisis obliga a limitar una vez las urnas han decidido que todo lo administre la misma mano.

Por supuesto que a la oposición no le gustará, lo reclamará como propio y ejercerá su papel haciéndolo, pero al no tener opción de defenderlo ni atrincherarse desde dentro y viendo como ayuda a ajustar presupuestos, por lo bajini lo aplaudirá pensando en lo fácil que encontrará el terreno cuando pueda recuperar el poder. Claro que, tal como les ha ido, será después de muchas dosis de valium.