Pequeños detalles

Mourinho, teatro y literatura

JOSEP CUNÍ

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Porque de aquellos polvos, estos lodos. Esta puede ser una de las respuestas a la pregunta causal que se formulaba Mourinho el miércoles por la noche tras la derrota. Personaje a quien alguien podría informar de que el refranero popular le ofrece tantas explicaciones como veces él se repita la cuestión. Claro que, para entenderlas, primero debería interrogarse a sí mismo acerca de su parte de responsabilidad en el culebrón vía crispación, exasperación, actuación, tensión o provocación. Pero, por lo que parece, esta harina no es de su costal. Admitirlo sería su flaqueza, y el hombre llegó para proceder. Y si hacerse odioso era su objetivo, lo ha conseguido.

Fijémonos en un madridista conspicuo como Javier Marías, a quien el entrenador saca de quicio. Lo argumentó entre lamentos hace unos días durante una entrevista televisiva destinada a hablar de su libro. Uno de los autores más vendidos en el día de Sant Jordi considera que Mou ha traicionado el espíritu del Real Madrid y que no es el técnico que el equipo necesita ni el club debería exhibir. Y si lo dice un literato que se pelea horas por una sílaba, como él mismo admite, seguramente es que su argumento futbolístico también está muy pensado. Lean Los enamoramientos y lo entenderán. Literatura de máxima expresión en la que, llegado un momento, la trama pasa a ser secundaria gracias a la excelencia del lenguaje, el dominio de la sintaxis y el control de la narración. Es lógico, pues, que una parte de esta exigencia la traslade al mundo del balón, que por menos sesudo no deja de ser capital en nuestra sociedad. Y así eleva sus resultados a la categoría de dolor para el perdedor y euforia para el vencedor. Necesidad convertida en virtud en tiempos de aprietos y congojas. Felicidad momentánea incluso en quienes más alejada la sienten.

Por eso triunfa el fútbol y la audiencia televisiva decide que un Madrid-Barça sea el programa más visto en años. Por eso y por la válvula de escape ante la que sus protagonistas necesitan crear una expectación superior y un morbo añadido. Competición que se iniciaba casi al mismo tiempo en que finalizaba muy cerca del Bernabéu la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera que acabó en fiasco. La tozudez de la vicepresidenta Salgado bien podría compararse con la arrogancia de algunos portavoces blancos. La voluntad pactista de algunos consejeros autonómicos, empezando por Mas-Colell, bien podría homologarse a la sensatez que predica Guardiola. Porque a veces lo que sucede en torno a un campo de fútbol no deja de ser la expresión deportiva de lo que palpita en la sociedad. Deseos fomentados, ilusiones frustradas, alegrías pasajeras, esperanzas rotas, delirios canalizados, ficciones realizadas y quimeras conseguidas. ¿Por qué?, podríamos también preguntarnos como hace el portugués. Y hurgando en la respuesta seguramente nos adentraríamos en ámbitos metafísicos, tratados filosóficos y análisis de comportamientos compendiados en sesudos volúmenes. Pero en estas se alza la voz tenue pero firme de Ana María Matute y nos lo sentencia: porque el que no inventa no vive. Gracias, maestra.