Tribuna

La verdadera historia de la prensa en catalán

ENRIC HERNÀNDEZ

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La inauguración de la exposición conmemorativa de las 5.000 ediciones de EL PERIÓDICO en catalán, que desde el lunes se podrá visitar en la sede del Institut d'Estudis Catalans y más adelante viajará a Girona, Lleida y Tarragona, sirvió ayer para rendir homenaje al fundador del Grupo Zeta, Antonio Asensio Pizarro, de cuyo fallecimiento se acaba de cumplir el décimo aniversario. Un merecido tributo por su capital contribución a la consolidación del sector editorial en Catalunya y, en particular, de la prensa en catalán.

Recordábamos ayer que la campaña televisiva que acompañó la salida de la edición catalana de El PERIÓDICO tenía un eslogan que ahora cobra actualidad: «Tal com som». El lema reflejaba nuestra voluntad de trasladar al quiosco --donde la oferta de prensa en catalán era aún escasa en 1997-- la pacífica convivencia entre el castellano y el catalán que ya se respiraba en la calle, permitiendo así que los lectores eligieran en cuál de sus dos lenguas querían acceder a la información de calidad.

Tal com som exaltaba también el papel del catalán como parte consustancial e irrenunciable de nuestra nación, subrayando que era posible publicar el mismo diario en dos lenguas sin variar la línea editorial en cada versión. Porque las lenguas conforman nuestro pensamiento y nuestro sentimiento de pertenencia, pero carecen de ideología.

La iniciativa fue un éxito, hasta el punto de que nuestra cabecera azul sigue siendo la más leída en catalán. La lengua ha evolucionado junto a EL PERIÓDICO, y este también se ha transformado de la mano del catalán. Al excelente equipo de filólogos que vela por la calidad lingüística de los textos se han sumado nuestros colaboradores, que libremente eligen en qué idioma envían sus artículos, y el conjunto de la redacción. El catalán, pues, no es un añadido ni un hallazgo de última hora; forma parte del código genético del diario.

Muchas cosas han cambiado en este tiempo. Y algunas, para bien. Hoy, el reto de publicar un diario en catalán ya no constituye casi una heroicidad, como sucedía a finales del siglo pasado. Entonces había que abrirse camino a machetazos en un mercado incierto y hostil. Pero hoy aquella angosta senda es ya una calle asfaltada e iluminada, como lo demuestra la aparición, reciente y venidera, de otras publicaciones en catalán.

Más que un acto de reivindicación, el de ayer fue un gesto de reafirmación ante ciertos intentos de reescribir la historia. Celebramos que algún diario de dilatada trayectoria haya vencido sus centenarias reticencias respecto a la lengua propia de Catalunya. Pero es preciso dejar sentado que sin el coraje de EL PERIÓDICO, sin los riesgos que corrió el Grupo Zeta ante la timorata displicencia de otros, ni el catalán se habría consolidado como lengua de comunicación escrita, ni ningún otro grupo editorial habría osado seguir nuestros pasos.