La reforma del impuesto de sucesiones

El parentesco por encima del mérito

La continuación de las empresas de padres a hijos constituye una situación endogámica peligrosa

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ORIOL BOHIGAS

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Veo que el Gobierno de la Generalitat lleva adelante una decisión que, pese a estar incluida en el programa electoral, ha dado pie a muchas discusiones: la reducción del impuesto de sucesiones para los parientes próximos. Hay ciudadanos que lo ven con buenos ojos, sobre todo los que prevén una buena herencia y aún no se han espabilado en utilizar cualquiera de los métodos de ingeniería fiscal existentes para eludir el impuesto. Y también los hay que se indignan al ver que se reducen los impuestos de los más ricos mientras van creciendo los recortes en la enseñanza, la sanidad, la justicia, la cultura, en capítulos que afectan dramáticamente al bienestar de toda la colectividad .

Las razones de esta decisión contradicen argumentos políticos y morales de más valía, desde los de la igualdad de oportunidades hasta la justicia social, que deberían ser inalienables a todas las políticas. Pero hay una razón que corresponde solo a la estructura productiva: los herederos de algunas pequeñas y medianas empresas levantadas con el esfuerzo de un grupo familiar o de un equipo de colaboradores no pueden pagar el elevado importe de la sucesión a la muerte de un participante importante si no es desmantelando parcial o totalmente el negocio. Visto así, la supresión del impuesto sería una medida de defensa de los comercios y las industrias pequeñas y medianas, y un esfuerzo para mantener este tejido productivo.

Pero este argumento tiene muchas fisuras. La reducción del importe afecta solo a la familia próxima y no a otras personas que pueden haber sido más decisivas en la creación de la empresa y más eficaces en el futuro. Antes de considerar cuál es la historia y la realidad, se supone arbitrariamente que corresponde a la familia la responsabilidad futura. No se considera que los méritos en la experiencia y el conocimiento pueden ser más importantes que el simple vínculo de parentesco. Y que, por lo tanto, aplicando el argumento de la defensa de estas empresas, la reducción del impuesto de sucesiones no tendría que referirse a los familiares más próximos, sino a quien realmente es indispensable en la continuidad del negocio. Ocurre a menudo que el traspaso lógico no sea a la familia, sino a un empleado o un equipo de empleados, gente que ha participado en el crecimiento del negocio. Después de haber trabajado muy bien juntos, ¿una herencia debe ser más ventajosa económicamente para un pariente con quien no había relación que para los propios colaboradores, pese a no ser familia? ¿Qué derechos tienen los parientes para pasar delante? Los derechos impuestos por una sociedad reaccionaria que hace de la familia tradicional una imposición sagrada, indiscutible, estática y acrítica.

La imposición de la familia por encima de los méritos y las necesidades reales comporta la insistencia en un vicio grave en la estructura de nuestra clase social rica y emprendedora. Se suele decir que las grandes fortunas en Catalunya siguen un mismo proceso: la primera generación se lanza a la aventura pasando del campo a la ciudad, del trabajo agrícola al trabajo industrial. La segunda hace fortuna y se instala entre la burguesía. La tercera pasa de la burguesía menestral a la burguesía aristocratizada, con una fortuna en bienes estables y financiables. La cuarta no hace nada, solo gasta y a menudo se arruina y liquida la fortuna y la familia. La familia católica y el negocio van juntos hasta la hecatombe. Pero ahora tenemos que añadir una quinta generación: la que, tras arruinarse, aún cuenta con propiedades miserables, pero que pueden mejorar dejándose llevar por la especulación. Del rentista aristocrático a la corrupción democrática con los bienes familiares. Los que se salvan son los que pasan de la propiedad a la gestión y se modernizan en la globalización. Es decir, los que salen de la familia.

Hay quien ha estudiado este fenómeno no tan frecuente en otros territorios. Ni siquiera en Madrid. Se registra una cierta tendencia a laclaustrofilia. La continuación de las empresas pasando de padres a hijos constituye una situación endogámica peligrosa que, además, cierra las puertas al ascenso de otro grupo social más eficaz formado en el trabajo y la experiencia. Quizá esto explica la pérdida de gas de la sociedad civil en Catalunya en manos de esa quinta generación falta de recursos y no motivada por los méritos reales. Los auténticos emprendedores no son los que se limitan a hacer de hijos; son los que irrumpen en la empresa a través del trabajo y la innovación.

Por lo tanto, esta decisión de reducir el impuesto solo para los familiares es reaccionaria desde el punto de vista social, pero también desde el punto de vista del progreso del comercio y la industria. Debería hacerse lo contrario: una reducción que beneficiara más las herencias de los que serán útiles que de los que se lo encuentran todo hecho y se columpian en las ventajas de la especulación. Si queremos proteger la continuidad de las empresas familiares, tenemos que saltarnos la familia y dar paso a los méritos.

*Arquitecto.