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Joan y Carme Cebrià: "Pla se iba a dormir a las 6, cuando nos levantábamos"

Masoveros 'planianos'. Cuidaron de Josep Pla en la masía de Llofriu hasta su muerte, hoy hace 30 años.

«Pla se iba a dormir a las 6, cuando nos levantábamos»_MEDIA_1

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Gemma Tramullas

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Joan era un niño cuando le dijeron que en el pueblo vecino de Llofriu (Baix Empordà) vivía un escritor famoso. Quién le iba decir que, recién cumplidos los 15 años, entraría a trabajar en el Mas Pla de Llofriu, la casa familiar de aquel hombre para él desconocido. Durante dos décadas, hasta la muerte del escritor el 23 de abril de 1981, las vidas de Joan y su esposa, Carme, transcurrieron paralelas a la del escritor: ellos en el piso de abajo y él en el de arriba.

-Carme:Me acordaré toda la vida del día en que falleció: la señora Maria, que era la hermana de Pla, se había quedado sola con él arriba. De pronto bajó gritando: «¡Joan, Joan, sube enseguida!». Mi marido estuvo con él cuando murió.

-Joan:Fue un momento. Hacía días que los periodistas montaban guardia alrededor de la masía. Lo primero que hizo Lola, la sirvienta, fue salir al balcón y gritar: «¡Pla ha muerto!». Durante tres días llovió a mares y el día de su entierro, a mediodía…

-C.:… salió el sol. Su madre decía que las personas que se morían lloviendo iban derechas al cielo. Pla había dejado dicho que quería que le enterraran en Llofriu y que no quería mucha gente, solo la familia, los masoveros y unos vecinos. Y esto lo respetaron, en cierta manera. Detrás del ataúd iba la familia, después el señor Vergés (su editor) con mis suegros, nosotros con mis hijos y los vecinos. Más atrás venía toda la gente.

-J.:Yo iba con mi R-5, detrás de un Mercedes. Pero bueno, era lo que él quería.

-C.:Lo sentimos mucho. Era un buen hombre, para nosotros y para todo el mundo.

-J.:Para todo el mundo no…

-C.:Bueno, quiero decir que no creo que hiciera nada malo.

-J.:Para nosotros era un buen hombre. Si veía que había un problema en la casa o con los niños, preguntaba y se preocupaba. Nunca tuvimos un pique. Pero siempre fue un trato de masovero a amo. No era familiar, pero era tolerante con nosotros.

-C:Sin el señor Pla aquí, hubiera sido una masía muy aburrida, en el sentido de que hubiera sido solitaria, solo la familia, trabajar el huerto... En cambio al estar él daba movimiento porque siempre venían visitas y gente famosa. Pla era muy hablador, pero veía solo a quien quería.

-J.:A lo mejor ya había tenido tres visitas en una tarde y, si tenía que terminar el artículo para la revistaDestinoo lo que sea, se enfadaba y nos mandaba cerrar la puerta de abajo, incluso si la persona venía de Barcelona. Al que le tocaba, le tocaba.

-C.:Si la conversación le gustaba se podía pasar toda la tarde, en cambio a otros los despachaba en dos minutos. Hubo gente que me dijo: «El señor Pla es un maleducado». Y no lo era, pero tenía ese genio que cuando digo basta es basta. Era un hombre muy singular, tenía una personalidad poco común, era un personaje.

-J.:El que venía cada semana era el señor Vergés, que le traía el dinero deDestino. Y también vino el Rey.

-C.:Era por Sant Josep y teníamos familia a comer. Antes de subir, el Rey, que entonces era Príncipe, nos saludó a todos desde la entrada y se dirigió a mi hijo pequeño, que tenía tres añitos y jugaba a pelota: «¿Me das la pelota?». «¡No!», le contestó. «Bien hecho niño, bien hecho», dijo el Rey. Luego subí a servirlesbrunyolscomprados en Palafrugell y vino hecho en la masía. Serví de forma discreta, me dieron las gracias y bajé.

-J.:Dalí vino dos veces...

-C.:Dalí, Tarradellas, Pujol… Pla no bajaba a recibir a las visitas, solo lo hizo con los reyes. No bajaba nunca, si no era para salir a cenar. Siempre estaba ocupado leyendo, escribiendo o recibiendo visitas.

-J.:Hacía su vida, sus horarios.

-C.:Se iba a dormir a las seis de la mañana, cuando nosotros nos levantábamos para atender al ganado, y no salía de la cama hasta las dos o las tres. Hacia las once le subíamos un zumo de naranja y él preguntaba la hora, se bebía el zumo y volvía a la cama. Nunca llevaba reloj, ni nunca vi un reloj arriba que fuera a la hora. Iba con la luz del día, a su ritmo.

-J.:La casa era como una nevera. Él escribía durante horas, por la noche, y no tocaba el fuego, y el fuego hay que ir manteniéndolo. Cuando le cogía frío se metía en la cama. Le gustaba leer y escribir en la cama.

-C.:No sabía nada de la tierra y no era nada manitas, ni para cambiar una bombilla. No sabía hacer absolutamente nada, solo escribir. De todo lo que escribió, yo solo he hojeado un poco.

-J.:Nos dedicó susObres Completes.

-C.:Aquí está la dedicatoria, con su letra tan pequeña que cuesta leerla: «A Carme y Joan Cebrià dedico este libro y todos los libros de las obras completas con el mayor afecto, aprecio y agradecimiento por los grandes favores que me han hecho y les deseo la mayor salud que se puede tener y la mayor prosperidad. No he sabido nunca premiar las cosas y ahora que soy tan viejo, todavía menos, me tendrán que perdonar». Mas Pla. Llofriu. Septiembre de 1978».