El desastre del seísmo japonés

La maldición de Namazu

La dependencia energética es inaceptable para un país que aspira a la hegemonía regional en Asia

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RUBÉN Herrero de Castro

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Cuenta la leyenda que en las profundidades del mar bajo Japón, el dios Kashima mantiene prisionero bajo una roca encantada a Namazu, un siluro gigante y terrible. En ocasiones, Kashima distrae su atención y Namazu causa terremotos al revolverse tratando de escapar. Además de explicar los terremotos, la mitología japonesa, explica así el vaivén en las dinámicas de poder y riqueza.

Japón acaba de vivir uno de los mayores terremotos de su historia, causando una terrible destrucción. Como es obvio, toda la acción de gobierno del primer ministro,Naoto Kan,del Partido Democrático de Japón, consiste en volcarse para controlar la situación y acometer una reconstrucción de 310.000 millones de dólares, según las propias estimaciones gubernamentales.

A nivel doméstico, el proceso de reconstrucción tendrá un efecto económico negativo al tener que financiarse con un dinero no presupuestado, lo que incrementará su deuda nacional, si bien la actividad del proceso podría contribuir a reactivar la economía, tal como sucedió, por ejemplo, tras el terremoto de Kobe de 1995.

En lo político,Naoto Kan ha ofrecido al partido de la oposición y a otros formar parte del Gobierno. Un ofrecimiento que ha sido desestimado por el principal partido de la oposición, el Partido Liberal Democrático. Lo más probable es que este y otros partidos mantengan una imagen de unidad y cooperación, pero al mismo tiempo esperan obtener concesiones políticas a cambio del apoyo que el Gobierno necesitará durante la legislatura. La gestión de la situación causada por el terremoto, considerada por la opinión pública japonesa como deficiente, y lo complejo de las acciones políticas y económicas que deberán aplicarse, podrían llevar a Japón a un escenario de elecciones anticipadas.

Inicialmente no hay apenas ninguna buena noticia paraNaoto Kan,que observa el desplome de su popularidad y la de su Gobierno. Un hecho importante, pues hay que recordar que por primera vez en 55 años se había producido un cambio de partido político gobernante en Japón. Ahora, los vientos radiactivos de Fuku-shima parece que soplan para devolver a los liberales al poder. Huelga decir que serán de capital importancia todos los datos que afloren sobre cómo se ha afrontado la situación causada por el terremoto, y especialmente todo lo referente al incidente nuclear, si bien en este último frente el Gobierno recibe algo de aire ya que la percepción generalizada es que la responsable es la empresa Tepco.

En el terreno del comercio internacional hay que señalar el impacto negativo que la situación ha tenido y tendrá en las exportaciones de Japón, principalmente las de alimentos de las zonas afectadas por la radiactividad. Además, ha habido hechos como la negativa de barcos mercantes a atracar en Japón y la prohibición de que barcos procedentes de la zona afectada atraquen en otros puertos. Por lo tanto, en materia comercial la situación es previsible que empeore, dadas las estimaciones del Gobierno de que se necesitarán meses para resolver definitivamente la crisis nuclear abierta.

Esto es, sin duda, lo que más atención y debate ha concentrado a nivel interno y externo. Respecto de Japón es un debate que se cierra pronto, pues el país no puede prescindir de la energía nuclear. De hacerlo tendría que aumentar más su alta dependencia energética. Solo la energía que ha dejado de producirse ha motivado un incremento de importación de crudo estimado en 200.000 barriles diarios. Evidentemente, proveedores no van a faltarle. En esta ocasión es Rusia (su cordial enemigo) quien está cubriendo con sus recursos el déficit energético causado por el terremoto. Pero a nadie se le escapa que cuanto mayor es la dependencia energética, menor es la capacidad de maniobra económica y geopolítica. Algo inaceptable para un país como Japón, que aspira a la hegemonía regional por encima de China y a mantener su privilegiada posición global. Le guste o no al mundo, la energía nuclear es hoy día la única que, complementada por las restantes, puede asumir el reto de producir la energía necesaria en los próximos años.

Además de las consecuencias políticas y económicas a escala nacional e internacional, cabe también señalar otras que pueden modificar el papel del Ejército de Japón, denominado Fuerzas de Autodefensa tras la segunda guerra mundial. Su actuación es, junto con el civismo demostrado por el pueblo, de lo poco salvable. A nadie escapa que, progresivamente y al amparo de una percepción positiva popular, las Fuerzas Armadas de Japón continuarán ganando posiciones en el tablero asiático y serán cada vez más necesarias para abordar asuntos como el creciente poderío económico y militar de China, así como para asegurar sus líneas de suministro energético en Oriente Próximo y el Sureste Asiático.

Pocos países han sufrido tanto como Japón, pero menos aún se han levantado cada vez con tanta fuerza y orgullo. Japón saldrá adelante, eso es algo que ni el propio Namazu podrá evitar.

Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.