Pequeños detalles

Elecciones: estado de excepción

JOSEP CUNÍ

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Los alcaldes muerden. Creen que sus compañeros diputados les han colado un gol por la escuadra al modificar la ley del régimen electoral general en enero, pero de aplicación con vistas a mayo. De ahí el frenesí exhibido el pasado fin de semana inaugurando todo lo inaugurable, remodelable, aplaudible y desechable.Jordi Hereupresidió 13 actos yArtur Masacompañó a los suyos hasta en 17 festejos. Me huelo que en alguna ocasión se sintieron teresianos y vivieron sin vivir en ellos. Y es que la revisión de la citada ley considera período electoral los 37 días que separan la convocatoria oficial en elBOE-el martes pasado- del inicio de la campaña -6 de mayo-, con lo cual se les limita la propaganda de todo tipo. Tampoco está permitido el reparto de «llaveros, bolígrafos, mecheros, pins u otros objetos similares que incluyan el nombre o la foto de los candidatos o la denominación o siglas de la formación política, ni la exhibición de fotos de los candidatos o de carteles con la denominación, siglas o símbolos de una formación política en el exterior de domicilios privados».

O sea, que si usted esperaba el correspondiente suministro de alguno de estos adminículos para usarlos sin comprarlos, tendrá que agenciarse la invitación de un aspirante en casa de alguno de los dos en plan cena-coloquio o convocado por un tercero en plan encuentro en la tercera fase. La oculta. Tanto, como la atención debida. ¿Se enteran ahora de lo que les sancionaron hace dos meses? ¿Dónde estaban? Pero eso no es todo porque sus señorías aprovecharon para retocar otro artículo que concreta sus apariciones en los medios de comunicación y homologa por primera vez los públicos con los privados a tenor de la reciente ley de comunicación audiovisual. Un reglamento que excusaba a las cadenas privadas de ser consideradas servicio público excepto, como ahora vemos, cuando son los políticos los que pueden aprovecharse en su condición de candidatos. En ese momento, todos los medios pasan a ser iguales y, como tales, deben comportarse en aras de la pluralidad.

Hecha la ley, hecha la trampa. Mientras, condicionan a los periodistas sus criterios informativos por mucho que insistan en el derecho a la libertad de expresión, difusión, opinión, comunicación, información y empresa que conducen a la posibilidad de que un aspirante agraviado pueda recurrir para conseguir su porción de cuota de pantalla. Y la tendrá. La razón está en «la generalización de la televisión digital, con un incremento muy significativo de los canales de titularidad privada». Otorgados por la Administración, no se olvide. O sea, que a estas televisiones se les exige una obligación electoral mientras se las exime del resto de servidumbres con las que se casaron cuando recibieron la licencia y que, todo sea dicho de paso, casi nunca cumplieron sin que casi nunca se las sancionara. Así esta el patio. Un recinto tan acotado que para entrar en él se han dictado unas normas tan concretas que parecen la lista de la compra y una casuística tan específica que simula el decreto de un estado de excepción. ¡Cuánto miedo a la libertad! Empezando por la suya.