La rueda

La nuestra es mucho más guapa

ROSA CULLELL

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A veces, las palabras desaparecen, las olvidas, nadie a tu alrededor las utiliza, suenan rancias, antiguas, ni siquiera sirven para definir nada ni a nadie, y crees que se han ido para siempre. Eso le pasó a amante, definición utilizada en ambos géneros para referirse a quienes viven amancebados. También desapareció uno de sus más corrientes sinónimos: querida. Pero han vuelto.

Elvira Vázquez, una empresaria dura y también cálida sin la cual Barcelona hubiera perdido El Molino, contó durante una cena de amigos que los fabricantes de la Barcelona de principios del XX compraban pisets en el Paral·lel para sus amantes. Lejos del Eixample, de las esposas y la familia; cerca de los music-halls, de sus otras y más divertidas vidas. Eran tiempos en los que los industriales tenían las fábricas en el Poblenou, el palco en el Liceu y la querida cómodamente instalada en el Poble Sec. Desde las butacas del gran teatro, sus señoras legítimas competían por la amante mejor vestida: «La nuestra es mucho más guapa que la de los Rius».

En la casa de mi bisabuelo Frederic se susurraba otra definición muy nuestra, muy catalana: «Aquella dona». Yo a esas mujeres las imaginaba pelirrojas, con la piel blanca y largas piernas de vedete; rodeadas de caballeros y bebiendo champán rosé en el Petit Moulin Rouge. Como la Bella Dorita. Pero, al igual que los fabricantes, las queridas desaparecieron. Aprendimos otras expresiones: libertad sexual, píldora anticonceptiva, igualdad, independencia, matrimonio civil…

No creí que las amantes volvieran, menos aún que lo hicieran entre parlamentarios. Pero López Tena, un diputado perteneciente a esta nouvelle vague del populismo independentista, ha utilizado ese nombre ya nada común, lanzándolo contra la democracia cristiana. Contra los señores de misa y sombrero. Y el Parlament está que arde. Aunque si quieren pasarlo bien, reírse sin miedo ni susurros, vayan con novios, amigas, amantes, con quien les dé la gana, al nuevo Molino. A La Terremoto de Alcorcón lo que hagan ustedes con su vida privada le importa un pimiento. Gracias a Dios.