Pequeños detalles

El discurso urgente de Artur Mas

JOSEP CUNÍ

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Jordi Pujol siempre se ha dolido de la tendencia catalana a la baja autoestima. Sabe de lo que habla porque conoce bien al país, sus hábitos y sus propensiones. Pero parece que su delfínArtur Masincide en la tendencia a fustigarnos repitiendo día sí y día también lo mal que están las finanzas catalanas y el riesgo de quiebra. Y, claro, en un ambiente generalizado de preocupación por la grave crisis económica y con la lacra del paro amenazando su permanencia, la perseverancia en este discurso no ayuda a levantar cabeza. Tampoco que Govern y oposición se enfrasquen en un baile de cifras que el ciudadano no puede verificar pero que desconfía de que sean reales. Unas y otras. Añadamos la batalla con Madrid acerca de lo debido y lo pagado y la fiesta se convierte en drama. Y por si fuera poco, al sufrido votante tampoco le reconforta que le vayan advirtiendo de unos recortes insinuados más que detallados y de los que no se especifica si los recetarán como cirugía reparadora o cosmética del disimulo.

Las dudas no faltan, porque cada día que pasa las aumenta y cada declaración que llega las refuerza. Y siendo cierto que el nuevo Govern solo lleva la mitad del periodo de gracia que se le concede a un Ejecutivo de estreno, también lo es que el paso del tiempo se ha convertido en un imperativo popular que no entiende de lentitudes administrativas porque sus propios riesgos colectivos son inminentes. Y no digamos los personales, acuciados como están por hipotecas bancarias sumadas al incumplimiento del abono de algunas prestaciones que se le prometieron o el recorte de las ayudas a las que aspiró tras superar largos trámites de papeleo inútil por reiterativo. Hay ejemplos a montones que serán pocos dentro unos meses, cuando la suerte ya esté echada.

No quiere eso decir que tengan que ocultarnos la verdad ni alejarnos del problema. Al contrario. Significa que no por mantener el discurso del lamento se van a tejer mayores complicidades ni más altas comprensiones a la hora del ataque total. Pero como no somos ingenuos, también podemos deducir que se está siguiendo una estratégica tendencia a la baja para multiplicar los efectos del repunte y presentarse como los grandes administradores que necesitábamos. Respetable posibilidad electoral no exenta de su propio riesgo: la duración de la pavana y el retraso de la alegría. Detalles que unidos a la impaciencia ciudadana pueden provocar más desilusión y menos esperanza en quien ganó las elecciones con un aval de regeneración y un encargo de rearme. Por todo eso y para evitar una ampliación del trauma,Artur Masdebería comparecer cuanto antes y a través de un discurso institucional contarnos su verdad. Y si las circunstancias lo requieren, ampararse en la sentencia completa deWinston Churchillsiempre citada a medias. Por un lado, porque a «sangre, sudor y lágrimas» añadió «esfuerzo». Y por otro, porque el ofrecimiento iba seguido de una aspiración a la victoria y un llamamiento a la unidad. Y todo desde la convicción. ¡Ah!, y sin olvidar que, tras conseguirlo y como agradecimiento, los británicos le mandaron a casa.