La rueda

No nos bajes la Luna

ROSA CULLELL

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Estos hombres (o mujeres) que buscan el triunfo para mañana mismo, en una alocada huida hacia adelante, dan miedo. Y mucha pereza. Prometen la Luna y, cuando te das la vuelta, ya han ligado con la camarera. Chulos, populares y con un ego descomunal, han nacido líderes. Llegan a la fiesta en el último momento, sin haber ayudado a prepararla, se comen los bocadillos y sacan a bailar a la chica de su íntimo amigo. La chica, en cuanto puede, vuelve con el de toda la vida. Da lo mismo, para entonces ellos se han aburrido y están bajándole estrellas a otra.

La situación empeora cuando los populistas se meten en política. ComoJan Laporta, que ha sido llegar al Parlament y, al loro, antes de 100 días como diputado ya ha presentado una proposición para declarar la independencia de Catalunya. Para esta misma legislatura. Ni un minuto más. No se le había ocurrido a nadie antes; los diputados de los otros partidos son tontos del bote. Y no tienen agallas. Menos mal que sus cuatro representantes, con el apoyo poco entusiasta de ERC, han suscitado tan prometedor debate. CiU ha adelantado que, a la hora de la verdad, se opondrá y la propuesta no prosperará. Pero eso es lo de menos. Se hablará de independencia en el Parlament y la votación coincidirá (¡qué casualidad!) con la urna barcelonesa del 10 de abril; de lo que se trata, para qué engañarnos, es de tener protagonismo.

Entiendo que políticos y empresarios estén hartos de ir a pedir a Madrid. Tampoco es necesario que me recuerden que es urgente llegar a un concierto económico. Sin embargo, cuesta entender que justo ahora, con un Govern recién llegado, 600.000 parados y una crisis económica, la Cámara catalana deba dedicar su tiempo a debatir esa proposición que, por inconstitucional o porque ni siquiera pretende ser aprobada, ha nacido muerta. La primera proclamación del Estat Català duró tres días. La segunda, 10 horas. ¿Hemos de improvisar la tercera? Sería importante analizar las consecuencias, si no fuera porque Solidaritat y su jefe solo pretenden (y pueden) hacer ruido. La Luna no está a su alcance.