La rueda

La peor de tus pesadillas

ROSA CULLELL

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«Ep, macos, nou cntrol a l'entrada de l'Atmella. Bstan xungu. 3 coches mossos y alkolemia i drogues». Tal cual, con ese tono de alegre camaradería, se publicó hace unos meses en el muro de un grupo de Facebook llamado Avisos de Control de Alcoholemia y Radar en tu Móvil. El objetivo de estos amigos unidos por el interés común de no ser pillados conduciendo bebidos o sobrepasando los límites de velocidad no pretendía, como podemos pensar, «entorpecer de ninguna manera la labor policial», sino «dar información de tráfico a los usuarios». Hay que agradecerle al ideólogo de ese grandioso proyecto ciudadano que, siguiendo los consejos de su abogado, «desaconsejara totalmente conducir bajo los efectos del alcohol».

El consejo no impidió que la prueba piloto de avisos en el móvil ayudara a sus usuarios a saltarse la ley de seguridad vial durante unos cuantos meses. Finalizó tras el verano, aunque le han salido imitadores. Y ayudó a reforzar los vínculos de la santa cofradía de los amantes de la libertad individual, del «no se metan en mi vida, coño»; esa que es contraria a todo límite de velocidad, que no le gusta que le digan lo que debe beber, que se carcajea de cualquier intento gubernamental de reducir los accidentes de tráfico. Y no me estoy refiriendo solo aJosé María Aznar.Sus cofrades hablan en cualquier idioma.

He vuelto a pensar en ellos al enterarme del terrible accidente de tráfico que acabó en la madrugada del sábado con la vida deXavier ArrautyCarlota Cantó,de 20 y 18 años. ¿Accidente? No. No creo que lo sea. Cuando una persona que sobrepasa cinco veces la dosis permitida de alcohol en la sangre conduce en dirección contraria y provoca un choque mortal, no podemos hablar de accidente. Aunque tendrán que ser los jueces quienes decidan la responsabilidad del kamikaze de Arenys, creo que estamos ante un grave atentado contra la seguridad ciudadana que finalizó en homicidio. Todos los controles y esfuerzos por asegurar que se cumpla la ley son pocos. La peor de nuestras pesadillas, la muerte de un hijo en la carretera, ha vuelto a suceder.