Pequeños detalles

Épica, lírica y cha-cha-chá

JOSEP CUNÍ

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Vivimos tiempos revueltos y las revueltas marcan los tiempos. Miramos al norte de África y vemos cómo la primavera de la libertad golpea el calendario para adelantarse a él. Observamos América Latina y comprobamos un ritmo desigual entre euforias económicas lastradas por problemas sociales conviviendo con dictaduras populistas, con presidentes patéticos que tampoco resuelven los problemas acuciantes de su ciudadanía a la que dicen defender. Ahí estáHugo Chávez,a quien deberían mandar los monólogos deGilapara demostrarle que eso de llamar por teléfono a su enemigo banquero, en directo y a través de la televisión, no es nuevo. Y en el norte,Obamava soltando excelentes discursos dignos de un nobel de Literatura mientras sus votantes le reclaman hechos y no palabras. Justo lo contrario de lo que motivó el relevo deMontilla.Esto, y la poca colaboración de los que creía suyos, pero que pasaron a ser los propios, o sea y en política, los enemigos. Aquellos a los que, cuando se les llama, nunca les va bien la hora convenida ni el gesto pendiente. De nuevoGilay el enemigo.

No son los tiempos del cólera, como le gusta citar aGregorio Morán,pero sí la estación de gripes diversas. Las que esparcen virus globalizados hasta provocar que un estornudo del oeste se convierta en una hospitalización del este, y un espasmo en el sur, en una alteración térmica del norte. Momentos que algunos expertos relacionan con el mismo periodo del siglo anterior como hacePhilip Blomen losAños de vértigo. Un tiempo aquel, de 1900 a 1914, que, revisado hoy, parece lanzar un inquietante recordatorio del carácter cíclico de la historia. Sí, ya sé que nunca se repite como cantan sus especialistas, pero eso no evita que pueda mostrarnos claros paralelismos cuando no fatídicas coincidencias. En el caso español, también hay quien revive la dureza de la década de los 30, cuando al estrago delcrashanterior se suceden las convulsiones políticas y sociales que arremeten contra todo lo que se mueve. Quizá por esoLampedusaimpone hoy el criterio deEl gatopardo: que todo cambie en apariencia para que nada cambie en realidad. Es el caso de los bancos ganando su batalla a las cajas, de las que llevan años recelando, y así hacerse con todo el control del capitalismo hispano. El sistema económico queSarkozyquería reinventar con el aplauso deZapatero.El mismo presidente español que está ejecutando la política contraria por la presión del Banco de España, a su vez instado por el banquero al que vimos en la Moncloa como Pedro por su casa, tirantes rojos al aire y americana recostada en la silla de al lado. Nos dicen que vamos a ganar en confianza financiera y en solvencia bancaria, pero se callan que será a costa de referentes y proximidad. Esa vecindad en la que se ha llegado a depositar el 70% del ahorro catalán y que en los pequeños municipios, y con suerte, se reconvertirá en un frío cajero automático. Son tiempos revueltos, sí. Y aunque estos periodos se presten más a la épica que a la poesía, siempre suma inspirarse enJoan Margarity advertir, como él escribe, que el miedo no es otra cosa que la falta de amor.