Gente corriente

Ricard de Vargas: "Mientras haya injusticia, habrá gente dispuesta a luchar"

Revolucionario. Es historiador anarcoindependentista y fue compañero de Salvador Puig Antich en el MIL.

Ricard de Vargas

Ricard de Vargas

GEMMA TRAMULLAS

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A sus 61 años, casi ciego y achacoso pero igual de combativo, el hombre conocido comoel Gafas yel Llengüesen los grupos armados de los 70 hace balance de una vida de lucha.

-Nací en el Clot, en Can Robacols, un barrio sin asfaltar donde los niños jugábamos todo el día en la calle. Hasta finales de los años 40 no entraba ni la policía porque estaba la guerrilla libertaria.

-Fue un revolucionario precoz.

-Lo llevaba en la sangre. Con 6 años nos peleábamos y yo siempre defendía a los indios contra los yanquis.

-¿Cómo entró en el MIL [Movimiento Ibérico de Liberación]?

-Desde los 16 años estaba involucrado en el movimiento popular, en el movimiento obrero autónomo, porque durante la última época del franquismo la resistencia eran los trabajadores, eran ellos, no la pequeña burguesía ni los que ahora mandan. En el año 72, estando de recepcionista en el Hotel Barcelona, vino un compañero a decirme que hacía falta y me integré en el MIL.

-¿Su madre no le advertía de que cuidara sus compañías?

-Una vez me dijo: «Es que tienes unas amistades…». Pero nunca me censuró, me respetaba. «Hijo, es que tú has salido anarquista», me decía.

-¿Qué sensación tenía planeando acciones subversivas?

-Estábamos dispuestos a darlo todo y sabíamos que nos la jugábamos. Pero la nuestra era una militancia diferente. Sabíamos que vida solo había una y que la teníamos que disfrutar. Había una efervescencia obrera, grupos guerrilleros en todo el mundo, el mayo del 68, la revolución sexual, la contracultura... Éramos antiautoritarios y creíamos que podíamos contribuir a una insurrección obrera. Era una época de ilusión y creíamos que todo era posible.

-En el MIL conoció a Puig Antich.

--No éramos amigos, pero coincidimos en varias ocasiones.

-¿Cómo le afectó su muerte?

-Fue un golpe muy duro. En septiembre del 73 pillaron a la mayoría del MIL y yo escapé. Estuve escondido 15 días en Gràcia y luego pasé clandestinamente a Italia. Cuando volví, me integré en la OLLA.

-¿La OLLA?

-Organització de Lluita Armada, así nos llamaba la policía. Era un grupo muy clandestino, de gente trabajadora que iba a la fábrica y a la salida hacía sabotajes, atracos... Estoy empezando a escribir un libro, porque es una historia por explicar.

-¿Usted iba armado?

-No, yo no. Era muy miope.

-¿Pero participaba en los atracos?

--N-n-n-o. ¡Pero por qué tanto interés en las pistolas!

-¿Es que era pacifista?

-¡No! Pero los atracos eran solo parte de nuestras actividades. Yo me ocupaba primordialmente de los pisos, los contactos y de crear una biblioteca para la autoformación obrera.

-¿Pero participó también en acciones armadas?

-Exacto. Me pillaron un año después de la detención de Puig Antich. Al salir de la cárcel, en el 75, la gente del barrio me abrazaba, me besaba y me hacía confidencias. Aquello compensó el sufrimiento y las torturas.

-Entonces, ¿la lucha valió la pena?

--¡Y cómo no ha de valer la pena! Me ha dado una formación extraordinaria que me ha servido hasta hoy. Porque yo he continuado la lucha: montando exposiciones, escribiendo, desde los movimientos sociales... ¡Lo mío no son recuerdos de un yayo! Para un revolucionario no existe la derrota; la lucha es permanente. Mientras haya una sociedad injusta, habrá gente dispuesta a luchar, no con metralletas Stein, sino con otros métodos, porque es otra época.

-¿Los hackers informáticos y Wikileaks serían los MIL del 2011?

-¿Por qué no? Internet es un arma poderosa. Si pudiéramos convocar a un millón de personas en todo el Estado para que no pagaran la hipoteca, los bancos se hundirían.

-¿No se arrepiente de nada?

-Hay una canción de Edith Piaf que me gusta mucho:Non! Rien de rien... Non! Je ne regrette rien.Eso no quiere decir que no haya tenido decepciones, pero no he perdido la alegría de vivir. Una de las mejores cosas que me ha dado la vida, ¿sabe qué es?

-¿Qué?

-Mis dos hijos, que son una cosa real y sentida. Ellos nunca fallan y jamás les he metido un discurso.

-¿Y si hicieran algo ilegal?

--Si es por el bien común, les daría todo mi apoyo.