EL DIVÁN SOCIALISTA (6)
Un nuevo comienzo del PSC
Representar a la nueva mayoría que crece en Catalunya exige una renovación profunda del partido
Raimon Obiols
Exprimer secretario del PSC.
RAIMON Obiols
Estos días estoy en Barcelona y mucha gente me pregunta qué es lo que va a pasar en el próximo congreso del PSC. No tengo, naturalmente, la respuesta; pero sí algunas ideas. A mis interlocutores les digo que la sacudida electoral ha sido fuerte, pero no es aislada; que en Bruselas los resultados no han sorprendido porque por todas partes se imponen las tendencias al desbaratamiento del Estado del bienestar, a la sociedad del sálvese quien pueda, a la antipolítica y a los populismos. Un buen observador europeo, Jaume Masdeu, constata que «los especuladores financieros no solo no pagan por sus pecados, sino que vuelven ya a levantar la voz como los amos del nuevo mundo».
A mis interlocutores les digo que hay que espabilarse entre todos si queremos superar este estado de cosas. Se dice y se repite que existe una «crisis de la socialdemocracia» (los «amos del nuevo mundo» se encargan de recordarlo); pero esta es una media verdad que oculta una manipulación: hay que hablar ante todo de crisis del capitalismo financiero desregulado, de crisis del neoliberalismo, de crisis de la relación entre democracia y mercados; de creciente barbarie social y cultural. El malestar y los miedos actuales son el resultado de décadas de hegemonía del fundamentalismo neoliberal, de la arrogancia de los mercados financieros, del aumento de las desigualdades y precariedades, de la hegemonía mediática de la derecha.
En esta situación, la izquierda y el centroizquierda tienen que recuperar su voluntad de entender los cambios, problemas y retos de nuestras sociedades. La apelación, tan frecuente en el campo progresista, a la necesidad de un relato, es equívoca e insuficiente. Lo que necesitamos son más y mejores análisis, explicaciones, proyectos y propuestas. Y esto no es un asunto de profesionales de la comunicación o de think tanks, que son indispensables en un mundo complejo y mediatizado, pero que no pueden sustituir a la inteligencia colectiva de unos partidos que quieran estar a la altura.
La derecha tiene partidos-empresa que se mueven perfectamente bien en la política de mercado. Externalizan su acción y su comunicación y juegan sin escrúpulos la carta de la antipolítica y, cuando conviene, del populismo. La izquierda necesita imprescindiblemente conciencia y acción colectiva si quiere ser mayoría. Y necesita, ni que decir tiene, autenticidad y honestidad. Solo así podemos construir agregaciones mayoritarias. La cohesión, el pluralismo y la apertura no son objetivos incompatibles. Pero requieren liderazgos y modelos organizativos de tipo nuevo, que hagan posible agrupar a personas que no quieren ser seguidoras de consignas, sino miembros autónomos y emancipados. Esto requiere una apertura sincera y constatable, de puertas adentro y de puertas afuera.
Hay que abrirse a un nuevo comienzo. Será posible si los socialistas saben mirar al futuro y si también miran su pasado. En su libro sobre el Danubio, Claudio Magris narra su empecinamiento por encontrar el lugar preciso de nacimiento del río. Remonta río arriba subiendo montañas; encuentra finalmente un modesto chorro de agua. «Aquí nace el Danubio», se exclama con convicción irónica. En mi memoria política y sentimental, sitúo el origen del actual PSC en las conversaciones que Josep Rovira y un grupo de militantes obreros de Catalunya tuvieron en el invierno de 1941 en un piso de Saint-Étienne, en la Francia ocupada. En una situación desesperada, discutieron una semana, día y noche. Quisieron ir a fondo con el coraje de hacer una revisión radical de las luchas pasadas y de los errores cometidos. Tras los años de resistencia, liberada Francia, surgió el Moviment Socialista de Catalunya. El comienzo fue muy duro; siguieron otros, con convergencias y confluencias sucesivas, hasta el actual PSC.
Hoy es necesario un nuevo inicio que combine la continuidad del proyecto y de los valores con una perspectiva de renovación radical. Creo que el PSC puede ser el impulsor de este proceso porque su energía es renovable; no procede de un dirigente o de un núcleo de dirección, sino de las aspiraciones de amplios sectores de la sociedad. En Catalunya existe una mayoría que quiere que crezca el autogobierno nacional, que quiere la unidad civil y la cohesión social, la corrección del maltrato fiscal. Que quiere un PSC que marque inequívocamente su soberanía y su solidaridad en el ámbito español. Que no quiere corrupción ni confusión entre política y negocios. Que no quiere la explotación y la especulación sobre el territorio. Que quiere políticas activas y realistas de libertad e igualdad para hacer frente a las injusticias sociales y económicas. Que no quiere una sociedad de mercado. Que quiere preservar y mejorar nuestros bienes y servicios públicos. Que no quiere una política de mercado. Que quiere nuevas formas de hacer política, de deliberar sin manipulaciones, sin mediocracia. Sumar esta mayoría y representar la alternativa al Govern de la Generalitat requiere como condición imprescindible una renovación profunda del PSC, un nuevo comienzo del socialismo catalán. Exprimer secretario del PSC.
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