La caverna alza el vuelo de nuevo

Se veía venir. No podía durar mucho más de un par de días la relativa comprensión mostrada por la derecha mediática hacia la decidida actitud del Gobierno para atajar el caos cósmico desatado por la casta/secta de los controladores aéreos. Ayer, los vituperios al Ejecutivo volvieron al tono habitual en esa prensa, y resultó curioso ver que quienes suelen abogar por la autoridad se han puesto exquisitos y cuestionan la conveniencia de recurrir al estado de alarma.

El Gobierno envió militares a las torres sin estar en vigor el decreto, titula Abc la información principal de la resaca de la huelga salvaje, en alusión a las críticas horas de la noche del viernes y la mañana del domingo, en lo que parece ser un adelanto de los reproches que el PP dirigirá hoy al Ejecutivo en el Congreso. «Lo que está sucediendo en España es constitucionalmente muy grave (...) y merece una respuesta razonada y convincente», dice el diario en un editorial.

En El Mundo también se dedican a analizar del derecho y del revés las iniciativas legales tomadas por el Gobierno. Santiago González abunda en la idea de que «el estado de alarma tiene una base jurídica insuficiente». «Ya solo faltaría -dice- que (...) los responsables del caso se vayan de rositas por esta chapuza jurídica. Otro día veremos si el estado de alarma permite militarizar civiles, que esa es otra». En el mismo diario, Federico Jiménez Losantos no puede sustraerse a uno de los temas más queridos en esa casa: «A mí el estilo mediático [del PSOE ante el conflicto de los controladores] me ha recordado mucho el del 11-M, afortunadamente sin muertos».

Para crítica pejiguera al estado de alarma, la que expone Ángela Vallvey en La Razón: «Parece que en España agradan todavía los gestos autoritarios. 'Ha metido en vereda', 'ha puesto firmes...' son expresiones que encantan al común españolito. Solo así cabe entender la conformidad, el entusiasmo y la unanimidad con que se han recibido las medidas, de marcado carácter autoritario, que el Gobierno ha tomado». Pero el argumento definitivo lo expone Javier Algarra en La Gaceta: todo es una treta de Zapatero para mantenerse en el poder, porque la Constitución impide convocar elecciones cuando se está en un estado excepcional, como ahora el de alarma. Más original, imposible.