Los déficits en un sector básico

El espejismo energético catalán

El grado de dependencia de Catalunya en materia de energía es en realidad muy elevado, del 95%

El espejismo energético catalán_MEDIA_1

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JOSEP PUIG

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El caso de Catalunya es muy emblemático por lo que respecta a la energía. Desde la transición, con la recuperación de un cierto grado de autogobierno, si algo ha caracterizado el panorama energético catalán ha sido el descenso constante del nivel de autoabastecimiento de energía. Solo desde 1990 hasta el 2007 bajó del 45,3% al 26,5%, según datos del Institut Català d'Energia (Icaen). Por lo tanto, el grado de dependencia era ya de un 73,5% en el 2007.

Pero estas cifras esconden una realidad todavía mucho más preocupante, puesto que en las estadísticas oficiales se considera la producción de electricidad nuclear como autóctona, algo muy cuestionable, y se da a la energía nuclear un trato estadístico todavía más discutible. No hay ninguna razón para considerar la generación de electricidad a partir del uranio como una fuente autóctona de energía. En Catalunya, por más que un isótopo de uranio (U-235) se fisione en el núcleo de las centrales nucleares situadas aquí, ni tenemos minas de uranio (y tampoco fábricas de concentrado de este mineral), ni fábricas de transformación del óxido de uranio en gas hexafluoruro de uranio, ni fábricas de enriquecimiento del uranio en su isótopo U-235, ni fábricas de combustible nuclear. ¿Por qué no se da al uranio el mismo tratamiento que se da al gas natural? El gas natural que se importa (en forma gaseosa por cañería o por barco en forma licuada, regasificándose en el puerto de Barcelona) no tiene la consideración de fuente de energía autóctona por el hecho de que se queme en centrales térmicas situadas en Catalunya. Entonces, ¿por qué sí la energía nuclear? Si se considera la generación de electricidad nuclear como energía no autóctona, el grado de dependencia energética de Catalunya sube hasta el 95,8% , es decir, un autoabastecimiento de solo un 4,2%.

Por otro lado, con la electricidad nuclear aún se hace otra trampa, en este caso estadística. Cuando se procede a la conversión de una energía final, como es la electricidad nuclear generada en los reactores, a energía primaria se emplea un factor de conversión totalmente diferente del que se usa para la conversión de la electricidad hidráulica o eólica en energía primaria. Mientras que en el caso de la electricidad nuclear se emplea el factor 2.530 kcal/kWh (kilocalorías/kilovatio hora), para el de la electricidad eólica o hidráulica se emplea el 860 kcal/kWh. O sea, que se trata la nuclear como si la electricidad generada se hubiese producido en una central térmica convencional de combustibles fósiles. Así, los 20.870 GWh (gigavatios/hora) generados con nucleares en el 2007 se transforman en 5.280 ktep (miles de toneladas equivalentes de petróleo) de energía primaria. Por el contrario, si estos mismos GWh eléctricos se hubiesen generado con hidráulica o eólica, la energía primaria equivalente habría sido solo de 1.794 ktep. Por lo tanto, tratando la electricidad nuclear igual que la electricidad generada con agua o viento, el grado de dependencia energética de Catalunya sube hasta el 86,2% (y el nivel de autoabastecimiento baja hasta el 13,8%, siempre según datos del 2007) incluso considerando la nuclear como fuente de energía autóctona.

Pero en el supuesto de que no consideremos la nuclear como energía autóctona y empleemos el mismo factor de conversión que en la electricidad renovable hidráulica o eólica, el grado de autoabastecimiento sería solo del 4,9% o, lo que es lo mismo, un grado de dependencia del 95,1%.

A pesar de que hay sectores sociales que nos quieren hacer creer el espejismo de que Catalunya tiene un grado de autoabastecimiento energético del 26,5%, hay bastantes razones para considerar que es mucho más reducido, lo que debería preocupar enormemente a las fuerzas políticas, tanto a las que quieren aumentar el nivel de autogobierno como a las que trabajan para lograr la independencia del país.

Ante estos datos, cualquier política que no pase por un plan de emergencia tendente a reducir con la máxima rapidez el muy elevado nivel de dependencia energética de Catalunya será una política que, además de equivocada, puede llevar el país a la ruina. Y en esta política tendrían que ser llamadas a jugar no solo las grandes empresas energéticas, sino toda la población, a la que se tendría que reconocer abiertamente su derecho a captar, generar y usar las fuentes de energía renovable que hay en el entorno. No parece ser el caso de la política desarrollada ni por los gobiernos de CiU ni por los dos tripartitos, que aun definiéndose de izquierdas nada han hecho para garantizar el inalienable derecho de las personas a la captación, generación y utilización de las fuentes de energía limpias y libres de la biosfera. Tampoco han sido capaces de crear el marco necesario para que la ciudadanía pueda ejercer sus responsabilidades con respecto a la energía.

Catalunya nunca podrá ser plena y realmente libre si no dispone de un muy elevado nivel de autonomía o incluso independencia energética. Hoy ya existen en el mundo países que se plantean este hito. ¿Por qué Catalunya no?

Ingeniero industrial. Vicepresidente de Eurosolar.